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lunes. 26.05.2025
TRIBUNA POLÍTICA

Almeida, Díaz Ayuso, García. In memoriam

¿Alguien ha visto alguna vez a un alcalde, una presidenta de Comunidad o un ministro comprar una mascarilla?
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Dicen los que saben que, al dinero, cuando se quiere tener más, no hay que darle descanso ni en las peores circunstancias. Precisamente es en las peores circunstancias cuando, según uno de los barones Rothschild, don Edmond James, más hay que utilizarlo. Es famosa su frase "Buy when there’s blood in the streets, even if the blood is your own“. Viene a decir que, en esos momentos terribles, cuando hay sangre en las calles, es cuando hay que comprar porque se presentan grandes oportunidades en forma de chollos. Ni siquiera por el hecho de que la sangre sea suya, hay que desaprovechar la oportunidad. Todo por la pasta.

En España, hace cinco años, esa frase se tradujo como: "Cuando haya una pandemia mortal vende mascarillas".

Ese momento, hace ahora cinco años, constituyó un auténtico test para la población que tuvo que adaptarse rápidamente a una situación no conocida, al menos para las generaciones actuales. Los políticos tuvieron que tomar decisiones con falta de información y de tiempo para ello. La gente se adaptó a confinarse en sus casas mientras muchas familias veían morir a algunos de sus . El personal sanitario, y el de protección civil, conoció un ritmo de trabajo sin descanso con riesgo de sus vidas. Los investigadores inventaron vacunas en tiempo récord y recortando los periodos de prueba. Las empresas tuvieron que sobrevivir cerrando la producción.

Y algunos vividores se aprestaron a forrarse en esa situación. No corría la sangre por las calles si no un quinto jinete del Apocalipsis en forma de Covid19. Y, enseguida, se empezó a sentir la necesidad acuciante de utilizar algo que no existía en las inmensas cantidades precisas para toda la población: mascarillas protectoras. Pero, esos momentos son los de los grandes hombres y mujeres que son capaces de suministrar a la población lo que necesitan.

No hacía falta fabricar mascarillas si no intermediar. Con un o en China y un primo, un hermano o un amigo en una istración pública era más que suficiente

Para eso, no hacía falta fabricar mascarillas si no intermediar entre vendedores y compradores. Con un o en China y un primo, un hermano o un amigo en una istración pública era más que suficiente. Lo demás ya era más fácil: bastaba con una calculadora que multiplicara el precio de compra para obtener el de venta. La necesidad de la istración compradora hacía el resto.

Porque, no eran tiempos para cumplir escrupulosamente los protocolos de adquisición de bienes y servicios por la istración pública. Si en algún momento había que utilizar los procedimientos de urgencia, ese era uno de ellos. Y así, mientras cuatro, o más, intermediarios se frotaban las manos, eso sí, brevemente porque enseguida tenían que recoger las ganancias, la gente no se preguntaba nada sobre el origen y trasiego de esas mascarillas que estaban mejorando el nivel de vida de las personas. Sobre todo, el de los intermediarios.

Eso vino luego, cuando otras personas desaprensivas empezaron a señalar con el dedo a esos cruzados de la sanidad que, por un modesto dos por ciento (2x100=200) hicieron posible que tuviéramos mascarillas. Y, el asunto llegó a los tribunales donde todavía andan dándole vueltas a tipificar los posibles delitos y señalar a autores, cómplices y colaboradores necesarios de los mismos.

La pistola humeante no siempre es posible encontrarla, razón por la cual hay actuaciones que solo pueden tener un reproche moral y no un castigo penal

Las normas legales no siempre se corresponden con los códigos morales, ya que, mientras estos se basan en sentimientos, aquellas precisan de procedimientos reglados basados en la existencia de evidencias que puedan probar su incumplimiento. La pistola humeante no siempre es posible encontrarla, razón por la cual hay actuaciones que solo pueden tener un reproche moral y no un castigo penal. ¿Alguien ha visto alguna vez a un alcalde, una presidenta de Comunidad o un ministro comprar una mascarilla?

Pues, eso.

Almeida, Díaz Ayuso, García. In memoriam