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No me parece justo que se acuse a Isabel Diaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, de comportarse, a veces, como una verdulera. Creo que eso responde a una visión clasista de la sociedad de la que no se libra ni el propio diccionario de la lengua española que define como verdulera, además de a quien vende verduras, a aquella persona que es descarada y ordinaria.
Y no es que nuestra presidenta, que, no hay que olvidar que es ilustrísima, no se comporte con frecuencia con descaro y ordinariez, sino que yo conozco a mujeres que venden verduras y son, comparativamente con la susodicha, ejemplos de corrección, cortesía y templanza.
Sobre todo, si Pedro Sánchez está por medio, doña Isabel no es capaz de contenerse. A veces siente unos deseos irrefrenables de insultar a su madre tratando, después, de disimular diciendo que, en realidad, lo que le gusta es la fruta. Otras, le acusa de favorecer el terrorismo premiando a sus autores con favores políticos. Y, muchas otras, olvidándose de lo que tiene en casa, le relaciona con la corrupción. Y, todo ello, usando un lenguaje de esos que una madre no recomendaría a sus hijos.
Yo conozco a mujeres que venden verduras y son, comparativamente con la susodicha, ejemplos de corrección, cortesía y templanza
Lo último, en este género del comportamiento isabelino, que no, vuelvo a repetir, verdulero, es el haberse referido, en plena Asamblea de Madrid, a que el presidente del Gobierno, va a ir "p'alante". Y, eso, tiene dos lecturas, una, de pronóstico judicial y, otra, de confusión de la tribuna parlamentaria con la barra de una de esas tabernas que tan queridas parecen ser para ella.
Yo no sé si, cuando Franco decía que "no había que confundir la libertad con el libertinaje", se refería a lo que hace Diaz Ayuso en su disfrute del libre albedrío. No lo sé, como digo, pero creo que doña Isabel debiera agradecer que, en estos momentos, no se estilen los usos y costumbres de los tiempos de su excelencia. Por eso, no solo puede beberse cuantas cañas quiera en cuantas barras de bar le peten. Es que, además, puede usar su libertad, además de para beber, para hablar, que para eso tiene una radio y una televisión para su uso y disfrute, además de unos medios ávidos de hacerse eco de cuanto estrambote sea capaz de proferir cualquier personaje público. Y, en eso, nuestro personaje, es una figura estelar.
Estoy esperando, ya, camisetas con ese "p'alante" impreso. Me gustaría saber con qué lo riman esta vez, como cuando lo de Txapote
En su descargo, hay que decir que Isabel Diaz Ayuso no hace más que seguir las instrucciones de su gurú, José María Aznar, cuando dijo aquello de que "cada cual que haga lo que pueda". Diaz Ayuso hace lo que mejor se le da y, con ello, y contando con los gustos de su público, espera llegar a la zona más noble del número 13 de Génova. Donde le espera Tellado, otro que tal.
Como nuestra sociedad ha alcanzado ya cotas de libertad suficientes y, además, ya no existe un índice de libros prohibidos, no hay ningún riesgo de que las obras completas de Isabel Diaz Ayuso puedan tener algún problema en su edición y difusión. Y, quien sabe, lo mismo la moda de su comportamiento se consolida y ese, posible futuro, libro, se impone como texto en la Escuela Diplomática. De momento, parece que tiene su público, y numeroso.
Estoy esperando, ya, camisetas con ese "p'alante" impreso. Me gustaría saber con qué lo riman esta vez, como cuando lo de Txapote. Haría una llamada especial a la RAE para que incorporen alguna acepción más de la palabra verdulera. Creo que Isabel Diaz Ayuso está haciendo historia en ese sentido.