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A mí me preocupan especialmente los comportamientos de Isabel Díaz Ayuso y de Miguel Ángel Rodríguez. Sirvan de explícita muestra: “iban a morir igual”, "Si estos testimonios nos dan su nombre, comprobaremos si es verdad y cuántas veces al año visitaban a sus familiares. No vaya a ser que sea mentira”.
Mi preocupación está más que justificada. Veámoslo. Para ello me basaré en algunas reflexiones extraídas del libro Ejemplaridad pública, del filósofo Javier Gomá. Toda vida humana es ejemplo y, por ende, sobre ella recae un imperativo de ejemplaridad: obra de tal manera que tu comportamiento sea imitable y generalizable en tu ámbito de influencia, generando un impacto civilizatorio. Este imperativo es muy importante en la familia, en la escuela, y sobre todo, en la actividad política, ya que el ejemplo de sus dirigentes sirve, si es positivo, para cohesionar la sociedad, y si es negativo, para fragmentarla y atomizarla. El espacio público está cimentado en la ejemplaridad. Podría decirse que la política es el arte de ejemplificar. Las instituciones públicas han sido conscientes o deberían serlo del efecto multiplicador para potenciar la convivencia de determinados modelos. Los políticos, sus mismas personas y sus vidas, son, lo quieran o no, ejemplos de una gran influencia social. Como autores de las fuentes escritas de Derecho -a través de las leyes- ejercen un dominio muy amplio sobre nuestras libertades, derechos y patrimonio. Y como son muy importantes para nuestras vidas, atraen sobre ellos la atención de los gobernados y se convierten en personajes públicos. Por ello, sus actos no quedan reducidos al ámbito de su vida privada. Merced a los medios de comunicación de masas se propicia el conocimiento de sus modos de vida y, por ende, la trascendencia de su ejemplo, que puede servir de paradigma moral para los ciudadanos. Los políticos dan el tono a la sociedad, crean pautas de comportamiento y suscitan hábitos colectivos. Por ello, pesa sobre ellos un plus de responsabilidad. A diferencia de los demás ciudadanos, que pueden hacer lícitamente todo aquello que no esté prohibido por las leyes, a ellos se les exige que observen, respeten y que no contradigan un conjunto de valores estimados por la sociedad a la que dicen servir. No es suficiente con que cumplan las leyes, han de ser ejemplares. ¡Vaya ejemplaridad de los susodichos políticos!
Y no me preocupa menos el blindaje mediático, judicial, político y económico que protege a IDA y MAR. En la Comunidad de Madrid una parte importante de la prensa capitalina no es libre, está super controlada. ¿Esta prensa puede criticar a IDA y MAR? Según Josep Pulitzer: «Con el tiempo, una prensa mercenaria, demagógica, corrupta y cínica, crea un público vil como ella misma». Y como señaló Upton Sinclair: “Es difícil conseguir que un hombre entienda algo cuando su salario depende de que no lo entienda”. El blindaje político es extraordinario. Son intocables en su propio partido, tanto a nivel autonómico como a nivel estatal. ¿Quién se atreve a criticarles? La respuesta es obvia. Ya conocemos lo que le ocurrió a Casado, por haber tenido la osadía de preguntar en una entrevista en la COPE sobre la comisión del hermano de IDA. Este hecho lo tiene perfectamente asumido Feijóo. ¡Qué paradoja en una comunidad, que según su presidenta es el paradigma de la libertad! ¡Viva la libertad!
Resulta muy complicado creer en la independencia judicial, cuando es más importante investigar la filtración de un correo que la muerte de 7.291 ancianos
Pasemos al blindaje judicial. ¿Ningún juzgado capitalino se atreve a investigar a fondo las muertes de los 7.291 ancianos/as que murieron en las residencias sin ser atendidos, donde se aprobaron los protocolos de la vergüenza (PV)? Produce auténtico pavor el pensar en la muerte que tuvieron algunos de estos ancianos, al no ser llevados a los hospitales. Este hecho lo han denunciado. El periodista Manuel Rico en su libro ¡Vergüenza! El escándalo de las residencias analiza lo ocurrido en las residencias en la primavera de 2020, desvelando los fallos estructurales del modelo de residencia. Las istraciones ni regularon adecuadamente, ni inspeccionaron ni castigaron a las empresas, que, movidas por el exclusivo beneficio, incumplieron la legislación vigente. Y también menciona los PV de la CM, que, según Médicos Sin Fronteras, provocaron que algunos ancianos «encerrados bajo llave, golpeaban la puerta o se dejaban morir». Otro libro fue Morirán de forma indigna (2022) de Alberto Reyero, exconsejero de Políticas Sociales de la CM por Cs. La portada es una esquela, acompañando al título de por sí ya impactante. Repasa las directrices seguidas en uno de los mayores escándalos de nuestra historia política, al dejar tirados a miles de personas abandonadas sin atención médica. Reyero ya criticó, durante la primera ola de la pandemia los PV de la CM. De ellos dijo que le parecían poco éticos y posiblemente ilegales, y por estos desacuerdos morales con las decisiones del Gobierno de la CM, presentó su dimisión como consejero, el 2 de octubre de 2020. El 26 de septiembre de 2022 en la Cadena Ser en el programa de Hora 25, Aimar lo entrevisto durante 26 minutos. Su audición estremece. Merece la pena ser escuchado. Además están las quejas permanentes de los familiares de las víctimas de las residencias. La justicia considera que no hay nada que investigar. Hagamos un pequeño ejercicio de imaginación. ¿Si en lugar de IDA hubiera sido el Gobierno de Pedro Sánchez el que hubiera aprobado esos protocolos de la vergüenza? Yo no tengo ninguna duda de que algún juez, lo hubiera sentado ante los tribunales y no quiero pensar, aunque me la imagino, la pena que se le habría impuesto. De verdad, resulta muy complicado creer en la independencia del poder judicial, cuando para la Justicia es más importante investigar la filtración de un correo que la muerte de 7.291 ancianos/as. De todas las maneras, iban a morir igual nos obsequió la presidenta.
En cuanto al blindaje económico, no creo sea necesario insistir mucho. Que el gobierno de IDA está al servicio de grandes poderes económicos es de libro. Un ejemplo el Grupo Quirón. No en vano MAR cita un tal Alberto Quirón. O los grandes fondos de inversión, como el fondo Blanckstone del ámbito inmobiliario. Y otros más.
Yo me pregunto, ¿IDA está bien psíquicamente? Cada vez que abre la boca escupe veneno. La última perla.”Siempre las mismas mierdas”. Es un auténtico desvarío. En el cenit del esperpento, IDA acusa al gobierno de Sánchez de bolivariano y que conduce inexorablemente a España a una dictadura, tipo Corea del Norte, y de perseguir a la Comunidad de Madrid y a ella en concreto. Es vieja esta táctica, acusar al otro de tus propios delitos. Así te conviertes en víctima y por ende tienes derecho a una reclamación permanente. Es la misma que ha practicado Trump. Esta patología de la victimización la ha estudiado el filósofo Pascal Bruckner en su libro La tentación de la inocencia.
La vieja táctica de acusar al otro de tus propios delitos es la misma que ha practicado Trump
Mas, mi gran motivo de preocupación, es que esos comportamientos indignos -el convertir la mentira en una práctica política constante, el acusar e insultar a las víctimas de los protocolos de la vergüenza, el señalar que la justicia social es una aberración, el desmantelar a propósito los servicios públicos, el condecorar a Javier Milei- a una parte importante de la sociedad madrileña no solo les da igual, que ya es muy grave, es que además los aplaude y los legitima con sus votos. Por ello, resulta inevitable plantearse la siguiente pregunta: ¿Qué valores impregnan a una parte importante de la sociedad madrileña? Esta debería realizar un profundo acto de reflexión, si quiere ser una sociedad decente. ¿Qué es una sociedad decente? Avishai Margalit en su libro La sociedad decente nos dice: «Una sociedad decente es aquella cuyas instituciones no humillan a las personas. La humillación implica una amenaza existencial y se basa en el hecho de que quien la perpetra —especialmente la institución que humilla, el Gobierno de la Comunidad de Madrid— tiene poder sobre la víctima asaltada. Conlleva también, especialmente, la sensación de desamparo total que el matón provoca en la víctima. Este sentimiento de indefensión se muestra en la temerosa impotencia de la víctima de proteger sus propios intereses. El concepto de humillación, como pérdida de control, es el concepto operativo de degradación entendido como la destrucción de la autonomía humana. Evidentemente si una gran parte de la sociedad madrileña legitima con sus votos estas políticas humillantes con la ciudadanía, ella es también responsable de que se imponga una sociedad indecente.
En la ciencia política se habla de diferentes democracias. Democracia liberal, popular, representativa, socialista, e incluso, orgánica del franquismo. Hoy trataré de un nuevo concepto: democracia cruel, que lo he conocido a través del politólogo argentino Ezequiel Ipar. Observando las prácticas políticas del Gobierno de IDA podría clasificarse como una democracia cruel. Hoy se está imponiendo un determinado discurso público. Un discurso de la crueldad expresado verticalmente para amedrentar y aleccionar a las víctimas -lo hemos visto en los mensajes dedicados a las familias de las víctimas de las residencias por parte de MAR-; y horizontalmente, para incitar a otros a formar parte de un colectivo de posibles cómplices inmorales y perversos. Tal discurso lo ponen en práctica a nivel político las derechas radicales contra los más débiles y vulnerables: emigrantes, LGTB, pobres, marginados, trabajadores, y en el caso de Madrid además a las familias de las víctimas de las Residencias. Es una muestra de su catadura moral. Invitan a otros sin reparo a transgredir los derechos humanos, para constituir un colectivo rebosante de impiedad y de deshumanización. Y como secuela perversa: este discurso se incrusta en las estructuras del Estado democrático, y lo transforma totalmente.
El panorama en la Comunidad de Madrid es desolador. Por ello, son muy oportunas las palabras del filosofo E. M. Cioran, de su libro Breviario de podredumbre (1972): «Mi alma se entristece en este mundo en que los hombres viven para hacerse infelices los unos a los otros. ¿Cómo es que todavía hay hombres que pueden respirar después de haber sembrado la desolación? (…) ¡Y cuando uno piensa que en este mundo hay hombres que pueden dormir mientras otros sufren por su culpa…!».