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Hace poco hubo que denunciar la perversión de instrumentalizar a las víctimas del terrorismo etarra con fines políticos partidistas. Ahora toca hacer lo propio con quienes aprovechan el caos provocado por una ciclópea catástrofe natural para desestabilizar a las instituciones democráticas. La reaccionaria ideologia neofascista no conoce límites en sus desmanes y sabe vampirizar el dolor ajeno con la maestría propia del sociopata inmune a las desgracias de los demás.
Estas tragedias acostumbran a sacar lo mejor y lo peor de nosotros mismos. Las filas de voluntarios prestos a echar una mano solidaria contrasta con quienes optan por dedicarse al saqueo, agravando con ello la frustración de quienes lloran una muerte y han perdido su hábitat o el conjunto de sus enseres.
La democracia y la convivencia pacífica se ven amenazadas por estos oportunistas que rentabilizan el malestar para imponer su desoladora intransigencia
De igual modo, la unidad mostrada por istraciones de distinto signo, viene a quedar empañada por las intempestivas de calificaciones vertidas contra ciertas agencias del Estado, en un desesperado intento por eclipsar la torpe actuación del gobierno autonómico en lo tocante a las alertas. El tiempo debería normalmente poner a cada cual en su sitio. Aunque ahora las mentiras y la intoxicación informativa suelen salirse con la suya, como demuestra la contienda electoral estadounidense.
La democracia y la convivencia pacífica se ven amenazadas por estos oportunistas que rentabilizan el malestar para imponer su desoladora intransigencia. En estos momentos hay que volcarse con las zonas afectadas y mandar todos los recursos disponibles, incluyendo asistencia psicológica. Pero además un desastre de tal envergadura debería servir para replantearnos muchas cosas a medio y largo plazo.
La reaccionaria ideologia neofascista no conoce límites en sus desmanes y sabe vampirizar el dolor ajeno con la maestría propia del sociopata inmune a las desgracias de los demás
Hay que abolir la cainita polarización política y diseñar nuevos modelos urbanísticos más acordes con sus entornos naturales. El cambio climático es una evidencia irrefutable y resulta suicida no tenerlo en cuenta para paliar sus incidencia cuanto sea posible. Los protocolos de aviso deben mejorarse y las barreras istrativas tienen que desaparecer en aras de la eficacia.