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Aleix Sales |
En el marco del Ohlalà! Festival de Cinema Francòfon de Barcelona, que se celebra en Barcelona entre el 27 de noviembre y el 3 de diciembre, nos recibe el cineasta Antoine Chevrollier, quien presenta su primer largometraje, La Pampa. Un film que aborda las dificultades de crecer fuera de la norma en un entorno rural que Chevrollier conoce profundamente y que, desde su première en la Semana de la Crítica del pasado Festival de Cannes, no ha parado de darle alegrías por allá donde se ha proyectado. Con mucha ilusión, nos desgrana algunas claves y entresijos de una ópera prima que no se mueve en la obviedad.
Aleix Sales | Después de tu serie sobre Malik Oussekine, el joven algeriano que fue asesinado por la policia en los años 80 en París, trasladas tu primera película a Longué-Jumelles, la zona de tu infancia. ¿Qué te ha llevado a ubicar la película allí?
Antoine Chevrollier | Siempre tengo la sensación de que no elijo yo las historias, las historias me eligen a mí. Después de Oussekine hubo esta forma inconsciente de volver a mi pueblo. Yo trabajo mucho con las sensaciones y eso es lo que me empujó a tomar esa decisión. A partir de ahí, hemos intentado construir la historia alrededor de esto. Por otro lado, hay un cierto paralelismo, un tipo de herencia, entre los personajes de Oussekine y su familia y los protagonistas de La Pampa, Jojo y Willy.

Ahora que hablabas del paralelismo con Oussekine, que también era un chico muy joven, tu película es un coming-of-age. ¿Qué es lo que te llevó a hacerlo?
Hay una cosa muy interesante en la adolescencia y los jóvenes-adultos: el intentar aceptar quién eres o quién debes ser. También una forma de autorización de sí mismo. En el caso de Malik Oussekine, su origen es francoargelino, pero él se sentía francés. En el caso de Jojo en La Pampa, el hecho de aceptar (a su manera) su homosexualidad en un territorio tan hostil como el campo, que lo es más que la ciudad. Me interesa este periodo vital como relato de extracción y transformación de la personalidad.
Inscribes la historia en un contexto donde se practica motocross. ¿Es algo cultural de tu lugar de nacimiento? ¿Lo decidiste porque canónicamente es un ambiente muy masculinizado? ¿Por qué lo escogiste?
Son las dos cosas. El terreno real, que se llama La Pampa, estaba a 5 kilómetros de mi casa, en la casa donde crecí. De pequeño veía este mundo de las motos. No lo practicaba porque era caro y no me lo pedía permitir, pero observaba a los motoristas detrás de las verjas. Por otro lado, cuando empezamos a pensar la temática de la película, me volvieron estas sensaciones de la infancia. No tanto como práctica de un deporte en concreto sino como construcción social. Como bien has dicho, hay una masculinidad exacerbada, desbordante, e incluso tóxica, que me fascinaba y, a la vez, rechazaba. Es un deporte muy peligroso, que cada año se lleva unos 10 muertos y deja a varias personas paralíticas. Era un terreno ideal para aunar estas dos vertientes.

De la película me gusta es que las reacciones de los personajes no son evidentes. Parece que va a seguir una línea más tópica, sobre todo cuando estalla el detonante, pero no es así. A veces, las actitudes de los personajes se mueven dentro de la confusión. ¿Cómo llegaste a hacer la construcción de los personajes y el viaje que realizan en la película?
Con los dos coguionistas intentamos trabajar y hacernos la pregunta de la reacción física de los personajes cuando construimos la trayectoria. Pensamos en cómo reaccionaría un padre, una madre, un amigo... Por un lado, pensamos en la reacción más realista; por otro, en el contrapié de esto. Para la temática de la película, no tenía que resultar una reacción lejana. No queríamos pensar en la reacción como una peripecia o una sorpresa.
Con Sayyid El Alami ya habías trabajado previamente en Oussekine. ¿Tenías claro que el papel protagonista iba a ser para él? Para Amaury Foucher esta es su primera película. ¿Cómo lo encontraste?
En el caso de Sayyid ya había trabajado con él, pero tampoco era tan evidente que el papel fuera para él porque yo no trabajo necesariamente con actores que sean amigos. En el cine francés se hace mucho esto de trabajar con los amigos y yo creo que esto le puede quitar legitimidad al papel y no es bueno. Hice un casting, pero no encontraba a nadie que me convenciera. Entonces, un día Sayyid se presentó y vi que funcionaba. Encontrar a Amaury, por otra parte, fue el trabajo de Alicia Cadot, directora de casting. Yo tenía claro que quería un personaje queer, que pudiera conocer o saber qué significa vivir esta problemática. Fue un casting salvaje y ella lo encontró en un bar queer de París, donde le propuso hacer el casting. A pesar de no tener experiencia, lo que me impresionó de él fue su porte de cabeza y, a partir de allí, trabajamos el papel.

También has conseguido actores de la talla de Damien Bonnard y Mathieu Demy. ¿Cómo se sumaron al proyecto?
Con Damien Bonnard tenía bastante claro que tenía que ser él cuando escribí el guion, con lo cual no hizo casting y estaba dispuesto a mover su agenda por el papel, ya que en los últimos años ha rodado muchísimo. Con Mathieu es una larga historia, porque yo fui primer ayudante en su primer largometraje como director. Entonces, aquí sí que me contradigo con lo que decía anteriormente de trabajar con amigos, porque somos muy cercanos –justamente ayer por la noche hablé con él por teléfono-. Intentamos acompañarnos, también tuvo un pequeño papel de comisario en Oussekine. Realmente creo que es un gran actor, muy fino y benevolente.
Estilísticamente el film es muy realista. ¿Con qué referentes has trabajado? ¿Te has llevado algo de los directores con los que has trabajado de primer ayudante, como Philippe Grandrieux o el mismo Mathieu Demy?
Sí, los directores con los que he trabajado me han ayudado muchísimo, especialmente Philippe Grandrieux, que fue el primer director con el que trabajé, porque es un cineasta muy libre. Eso me permitió pensar que yo podía trabajar así, rompiendo los códigos. Con Mathieu Demy, Hiner Saleem, o en películas como Mil noches, una boda (Marie Amachoukeli-Barsacq, Claire Burger, Samuel Theis, 2014) he aprendido mucho. De todos he intentado coger cosas en concreto como la puesta en escena, el trabajo con los actores, la escritura... Esta ha sido mi manera de formarme para contar las historias.