HISTORIA DEL IMPERIO ROMANO

La Zaragoza romana

La Zaragoza romana era una moderna ciudad de 20.000 habitantes, capital del convento jurídico de su mismo nombre.

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  1. El teatro romano de Caesaraugusta
  2. El anfiteatro romano de Zaragoza
  3. El puerto fluvial romano de Zaragoza
  4. Las termas romanas de Caesaraugusta
  5. Las letrinas romanas
  6. La muralla romana
  7. Las cloacas de la Zaragoza romana

El teatro romano de Caesaraugusta

La Zaragoza romana era una moderna ciudad de 20.000 habitantes, capital del convento jurídico de su mismo nombre, que contaba con termas, foro, templos, un dinámico puerto, un teatro que estaba entre los más grandes de la Península, una muralla que rodeaba la ciudad pero que dejaba fuera de las murallas su anfiteatro.

Es un teatro de la época romana construido en la primera mitad del siglo I que coincide con los gobiernos de los emperadores Tiberio y Claudio en la ciudad romana de Caesar Augusta, que es la actual Zaragoza.

Desde el inicio de la construcción de Caesar Augusta se reservó un espacio para la construcción del teatro, éste se construyó siguiendo el modelo del teatro romano de Marcelo en Roma.

Se empezó a construir en la época del emperador Tiberio que gobernó entre los años 14 al 37 d. C. y fue terminado en la época del emperador Claudio que gobernó entre los años 41 al 54 d. C.

Fue durante la dinastía Flavia cuando se renueva el pavimento del espacio semicircular junto a la escena y se coloca un suelo de mármol que actualmente existe.

Este teatro tenía una capacidad para más de seis mil espectadores, siendo le teatro más grande de España descubierto hasta la fecha y el único con una fosa bajo su escenario.

Su extensión de 7.000 metros cuadrados con 106 metros de diámetro, que lo convierte en uno de los más grandes de la Hispania romana y tenía capacidad para albergar a unos 6.000 espectadores.

Su estructura estaba formada por anillos concéntricos reforzados por muros radiales. El teatro está construido en aglomerado de hormigón de cal y canto y recubierto con placas de piedra caliza.

Al contrario que otros teatros, que usaron desniveles en el terreno, el edificio se construyó en terreno plano usando opus caementicium, a imitación del teatro de Marcelo en Roma, teniendo una estructura de anillos concéntricos y muros radiales entre ellos que se disponen formando una cavea o gradas que fueron recubiertas por losas de mármol, al igual que la orchestra.

La fachada fue decorada con sillares de opus quedratum, presentando una altura al exterior de tres pisos y veintidós metros.

Poseía un singular independiente desde la puerta central de la fachada hasta la orchestra de trazado perpendicular a las tablas o scena y que recorría como un eje el teatro para uso de las autoridades, que accedían así directamente a los escaños reservados a ellos en el semicírculo orquestal.

Uno de los puntos interesantes es el pulpitum, escenario del antiguo teatro que aún conserva parte de su suelo original de mármol. Otra de las zonas destacadas del monumento es el arco que era utilizado como  a las gradas.

Estuvo en uso hasta el siglo III en que sus materiales fueron reaprovechados para construir murallas y otras edificaciones. Durante sus más de 200 años de funcionamiento fue lugar de reunión, esparcimiento y vida social, ejerciendo un importante papel como transmisor de los valores culturales, políticos y religiosos del Imperio romano.

Unas prospecciones arqueológicas lo sacaron a la luz en el año 1972, y actualmente se puede visitar en el marco del Museo del Teatro de Caesaraugusta. El ocho de octubre del año 2001 fue declarado Bien de Interés Cultural en la categoría de monumento.

Al ser abandonado fue expoliado y sus ruinas fueron aprovechadas como cimientos de viviendas islámicas y judías. Aparecen también restos de una necrópolis visigótica, permaneciendo el teatro oculto bajo la ciudad moderna.

Este exclusivo se puede observar también en los teatros romanos de Turín o Minturno. El teatro de Zaragoza es único entre los de la Hispania romana y puede deberse a la variedad de espectáculos, no solo dramáticos, que se celebraban en él.

Su decadencia comenzó en el siglo III, momento en el que se tomaron piedras para recrecer las murallas y otras edificaciones, que sólo dejaron el hormigón romano de la estructura que se puede ver actualmente.

Se han hallado retos de viviendas de la época taifal del siglo XI en diversas partes del solar. Después de la conquista de Zaragoza por Alfonso I el Batallador, esta zona se convirtió en el eje de la judería zaragozana.

Con el tiempo acabó por estar cubierto por otras edificaciones hasta la década de los años setenta del siglo XX, en que excavaciones lo sacaron de nuevo a la luz. Tras su redescubrimiento, ha sido acondicionado para ser visitado, albergando un museo que muestra y explica los hallazgos arqueológicos descubiertos.

A través de unas pasarelas los visitantes pueden contemplar los restos de las gradas y el escenario que han sido protegidos por una gran cubierta traslúcida de policarbonato.

Junto a los restos arqueológicos se ha rehabilitado un edificio, para albergar el Centro de Interpretación en el que se introduce al visitante a la historia del teatro y a los géneros dramáticos, vida social y política de la época.

Esta zona del museo está formada por una sala en la que se muestran aspectos cotidianos de la vida en el teatro romano, aquí podrás visitar, entre otros objetos, una muestra de utensilios y objetos del día a día, como elatrezzo utilizado por los actores de aquella época.

En esta área del museo existe un mirador desde donde tendrás otro punto de vista del Teatro Romano de Zaragoza. La sala cuenta también con una exposición dedicada al solar ocupado por el teatro. Una muestra de utensilios descubiertos en las excavaciones y datados en diferentes épocas de la ciudad.

El anfiteatro romano de Zaragoza

Este anfiteatro era en el que los ciudadanos de la ciudad, al igual que sucedía en otros anfiteatro o en el Coliseo de Roma, se veían espectáculos de gladiadores. Su ubicación en la antigua colonia de Caesar Augusta fue durante muchos siglos un completo misterio.

Construir un edificio de tan grandes dimensiones, y que además, al estar fuera de la ciudad, se facilitaba el de los espectadores desde villas y localidades próximas. No hay datos concluyentes que nos permitan señalar el punto exacto en el que se levantaba uno de los grandes edificios de la colonia romana en la ciudad.

Algunas fuentes los sitúan en el solar que hoy ocupan el hotel Palafox y el antiguo Teatro Fleta, entre las calles capitán Portolés, Marceliano Isábal, Bilbao, Albareda y la Avenida César Augusto.

Así lo determina un plano proporcionado por fuentes anónimas al Museo de Zaragoza, y también en ilustraciones que aparecen en la web del Ayuntamiento de Zaragoza, como la imagen que ilustra este artículo.

Estas fuentes afirman que las ruinas del anfiteatro romano fueron eliminadas cuando se construyó el hotel, aunque desde Zaragoza Urbana aseguran que solo se encontraron ruinas de un antiguo cuartel, y de un antiguo convento anterior, pero sin gran valor arqueológico. También hay estudiosos, como José David Mendoza, de la Universidad de Sevilla, que niegan esta posibilidad.

Estudiosos de la Universidad de Zaragoza y del Instituto de Historia-Centro de Ciencias Humanas y Sociales que sitúan el anfiteatro en el entorno de la plaza de Los Sitios. El anfiteatro situado en esta zona podría tener planta elíptica u ovalada, con un diámetro de 110.

Otros estudios lo ubican en esta zona basándose en planos antiguos en los que la disposición de los olivos plantados en la zona podrían delatar la forma del viejo edificio romano.

Parece ser que parte de la gradería podría estar apoyada en la ladera que descendía hacia el río Huerva, para así, ahorrar materiales constructivos y aprovechar el desnivel.

Otros expertos lo sitúan en la antigua Huerta de Santa Engracia, ya que en esa zona también había un gran edificio, el Palacio de la Galiana, que todavía permanece en parte a la vista en el siglo XVIII.

Además, algunos investigadores señalan que los restos del anfiteatro podrían haber sido utilizados para construir la cripta de Santa Engracia, dada la cercanía del anfiteatro.

Otros investigadores hablan de la posibilidad de situar un templo cristiano en el entorno de un anfiteatro, debido a que esta situación se repite en otras ciudades romanas, como Tarragona. 

De hecho, en algunos casos se construyó un templo cristiano porque en algunos de los anfiteatros romanos se produjo el martirio de algún santo local aunque no siempre era así.

Lamentablemente, pese a haber historiadores defensores de estas dos ubicaciones, no hay estudios ni restos concluyentes, por lo que el paradero del anfiteatro de Caesar Augusta sigue siendo un completo misterio...

Este plano sitúa en anfiteatro bajo el Hotel Palafox / Aragón Romano

El puerto fluvial romano de Zaragoza

En época romana, el río Ebro era navegable se puede calcular que este río llevaba una media de tres veces más de agua que en la actualidad y además no había obstáculos que impidieran la navegación.

En el tramo medio del Ebro, a escasos metros del Foro, se situó uno de los puertos más importantes del norte de Hispania, el puerto fluvial de Caesaraugusta.

El puerto de Caesar Augusta se consideraba el tercero más importante en Hispania, tras el de Logroño y el de Tortosa. El puerto se construyó en el siglo I de nuestra era y fue abandonado a mediados del siglo VI d. C.

El puerto fue construido a finales del siglo I a.C., y era el principal enclave distribuidor en el centro del valle del Ebro tanto de mercancías procedente del interior como de la costa.

El puerto de Caesaraugusta llegó a ocupar gran parte de la orilla derecha de la ciudad, en una zona de aguas tranquilas recta y resguardada tras pasar el puente romano que estaría situado aproximadamente donde se encuentra en la actualidad el puente de Piedra.

Escaleras del puerto fluvial

A finales del siglo I o principios del II, las instalaciones se completaron con la construcción de un mercado al este del edificio de donde se comerciaba con los productos traídos a través del río.

El puerto se construyó en el siglo I de nuestra era y fue abandonado a mediados del siglo VI d. C. A finales del siglo I o principios del II, las instalaciones se completaron con la construcción de un mercado al este del edificio de .

Las edificaciones portuarias se extendían a lo largo de la orilla derecha del Ebro aprovechando la mayor mansedumbre de sus aguas en esta parte y estaban situadas en el ángulo nordeste del foro con el que conectaban por medio de escaleras.

El comercio en el puerto era muy activo, al distribuir tanto mercancías procedentes del interior con productos como el trigo, la madera pieles, lino o el hierro u otros provenientes de la costa mediterránea como podían ser las cerámicas, los salazones, mármoles, joyas o el vino.

Los restos del puerto se localizaron tras realizarse las excavaciones que sacaron a la luz el Foro de la plaza de la Seo. Tras descubrir estos restos, comenzaron intervenciones complementarias en el solar de la calle del Sepulcro 1-15. Unas excavaciones que se prolongaron durante los años 1989 y 1991.

Las estructuras que el Ayuntamiento de Zaragoza conservó se corresponden a un edificio monumental con vestíbulo porticado que, mediante una amplia escalinata, daba desde la orilla del Ebro al foro de la ciudad.

El conjunto, que data de época augustea, de finales del siglo I a. C. y comienzos del I d. C, contaba con una terraza artificial que defendía el foro y la ciudad de las crecidas del río.

Esta terraza estaba compuesta por una imponente retícula con muros de hasta seis metros de profundidad. Sobre ella, se asentaba la primera planta del edificio. Situada a media altura entre la orilla del Ebro y la plaza del foro, esta zona se resolvía con un amplio vestíbulo a modo de pórtico y que permitía abrir el conjunto foral a la ribera del río.

Un conjunto imponente que permitía que entraran y salieran de la ciudad todas las mercancías producidas en la zona, y las necesarias para abastecer la vida y los mercados de Caesaraugusta.

Se creó recientemente el Museo del Puerto Fluvial de Cesaraugusta, espacio en el que se muestra el antiguo puerto de la ciudad romana de Cesaraugusta, la actual Zaragoza. Está situado en la zaragozana plaza San Bruno, en el número 8.

En el museo se pueden contemplar algunos restos arqueológicos de estas instalaciones. Además, un audiovisual interactivo da cuenta de la actividad comercial de Zaragoza que centralizaba el puerto en aquella época.

El Museo del Puerto Fluvial de Cesaraugusta conforma junto con el museo del Foro romano, museo de las Termas y museo del Teatro Romano el circuito de museos arqueológicos de Zaragoza.

Ánforas encontradas en el puerto
Escaleras para llegar al puerto

Las termas romanas de Caesaraugusta

El agua era un elemento clave para consolidar el desarrollo social y económico para la civilización romana. Para garantizar su uso, los romanos construyeron imponentes obras de ingeniería como son los acueductos que se extienden a lo largo de todo el Imperio.

El agua también tenía una importancia clave en la vida de las ciudades romanas. Se construyeron una amplia red de tuberías y cloacas, fuentes públicas, además de importantes canalizaciones para sacar las aguas residuales y de lluvias de la ciudad.

Las termas eran lugares de reunión destinados al baño que incluían zonas para realizar actividades lúdicas, deportivas e incluso sanatorias. Las había públicas, y también privadas, en las villas y viviendas de los ciudadanos más pudientes.

Caesar Augusta desarrolló un ejemplar modelo de utilización del agua por parte de los romanos. Emplearon el agua como medio de transporte, al construir un puerto fluvial para facilitar la entrada y salida de mercancías a través del río Ebro.

Construyeron también termas, que fueron tanto públicas, como las que podemos visitar en el museo de las Termas en la calle de San Juan y San Pedro, pero también privadas.

Las termas públicas de Caesar Augusta fueron construidas en el siglo I d. C., en la época del inicio de la dinastía Julio-Claudia, siendo emperadores Calígula y Claudio, y se utilizaron hasta el siglo IV d. C. Se han conservado restos de las letrinas públicas y una piscina al aire libre que se construyó posteriormente en el mismo lugar.

Piscina conservada en el Museo de las termas públicas

Las termas estaban situadas en un lugar estratégico dentro del urbanismo de la Caesar Augusta romana, al ser construidas en la zona más monumental, entre dos equipamientos de primer nivel que marcaban la vida de la ciudad: el foro y el teatro romano.

Los restos más notorios son los de la natatio, que presenta columnatas a sus costados. Todo ello en el estilo de la época final julioclaudia. El frigidarium se cerró en sus lados mediante formas absidiales.

La natatio zaragozana era rectangular, estaba revestida con placas de mármol en suelos y paredes, estaba decorada con motivos florales, y contaba con columnas en sus laterales. Se conservan casi diez metros de piscina, aunque es posible que la piscina tuviera casi dieciséis metros.

Solo se conserva un lado corto, rematado por un ábside lobulado, y en todo su perímetro tiene tres escalones para facilitar el . El pórtico que se levantaba en torno a la piscina tenía una altura de entre cinco y seis metros, y de él se conservan restos de tres basas de columnas.

Durante la excavación se documentaron dos pedestales de piedra situados tras el ábside de la piscina, utilizados probablemente para apoyar esculturas para decorar el espacio.

Letrinas romanas de la ciudad de Efeso

Existen otros restos de instalaciones termales de Caesar Augusta del que quedan testimonios, pues se han descubierto canales de desagüe pertenecientes a instalaciones privadas termales en la calle Prudencio y restos de un caldarium y un frigidarium de una villa suburbana situada en la actual plaza del Pilar.

Las letrinas romanas

Consistían en un banco corrido para servir de asiento a los s, y con perforaciones para poder cumplir su función, por la parte interior corría el agua llevándose las deposiciones.

Hay que tener en cuenta que en esas letrinas, los romanos también interrelacionaban y conversaban, siendo uno de los lugares de encuentro para la vida social de la ciudad. Y bajo el banco, había un canal de saneamiento por el que circulaba una corriente continua de agua para arrastrar los detritos.

Las letrinas estaban en una sala que seguramente sería cuadrada, y tenían una capacidad aproximada para unas veintinueve personas. Fueron utilizadas hasta finales del siglo I d. C., cuando fueron eliminadas para construir una piscina al aire libre.

Maqueta de las termas romanas de Zaragoza

El Museo de las Termas Públicas de Cesaraugusta

Es un museo que muestra las antiguas termas romanas presentes en la ciudad. Está situado en la calle San Juan y San Pedro, entre el teatro romano y el foro, contiene restos arqueológicos de las termas de la ciudad.

Se han conservado restos de las letrinas públicas y de una piscina al aire libre que se construyó posteriormente en el mismo lugar.

En los años 1982 y 1983 con motivo de unas obras en la zona, se descubrieron los restos de una gran piscina termal porticada de la época romana.

Posteriormente, el recinto se amplió con la restauración de unas letrinas sobre las que se ubicaba y que datan del siglo I a. C. El museo como eran las actividades cotidianas desarrolladas por los habitantes de la ciudad a comienzos de nuestra era.

Entre los restos que se pueden contemplar en el museo se encuentran las basas de algunas columnas así como parte de la decoración de las paredes. Además se exponen diversas estatuas así como la reproducción de algunos objetos utilizados en esta época: esponjas, rascadores, agujas, etc.

En el museo, inaugurado en 1999, se pueden ver restos como una piscina porticada de casi diez metros, además de letrinas de época tardo-republicana, y de las tuberías y cloacas que permitían el funcionamiento del recinto.

La muralla romana

La muralla de la fundación romana encierra y condiciona el trazado urbano durante muchos siglos, pues fueron aprovechadas por visigodos y musulmanes.

Construida entre el siglo I y el siglo III d. C., la muralla romana de Zaragoza llegó a tener una longitud de unos 3.000 metros y 120 torreones. Se han conservado dos tramos:

- El más largo, de unos ochenta metros de longitud, en el extremo noroeste de lo que era la ciudad romana de Caesaraugusta, al lado del Torreón de La Zuda.

- El otro en el lado nordeste, que actualmente forma parte del Convento del Santo Sepulcro.

Su trazado debió ser regular con una altura de unos diez metros y cuatro de anchura. A intervalos de entre catorce y dieciséis metros se situaban torreones ultrasemicirculares. Posteriormente, fueron reaprovechadas por visigodos y musulmanes.

De la primera fase constructiva, del siglo I d. C., en época inmediatamente posterior a la fundación de la ciudad, se conservan los restos de opus caementicium adosados a la cara posterior y en la cimentación de los muros de sillería.

Más tarde, en el siglo III d. C., se construyen tres metros más de grosor en obra de sillería de alabastrolevemente almohadillada, con un aparejo muy regular asentado sobre capas de mortero y cal, que ofrecen los dos cubos y el tramo conservado en la actualidad.

La muralla romana de Zaragoza fue declarado monumento nacional en el año 1933. La Muralla se encuentra bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.

La edición del año 2008 de “La Guía Histórico Artística de Zaragoza” dirigida por Guillermo Fatás, y recientes investigaciones indican que la muralla fue íntegramente construida en la segunda mitad del siglo III d. C. y ejecutada con una técnica constructiva uniforme: un cuerpo interior de hormigón romano revestido con sillares al exterior de 7 m de espesor excepto el tramo oriental, que estaría construido en aparejo de sillares y contaría con 6 m de grosor.

Las cloacas de la Zaragoza romana

Como estamos viendo una de las principales preocupaciones para la vida urbana romana era como disponer de agua y cómo deshacerse de ella una vez empleada y contaminada convirtiéndose en aguas residuales que debían ser sacadas fuera de la ciudad.

Los romanos asimilaron las técnicas que ya habían desarrollado los etruscos para deshacerse de las agua ya no útiles. Y esas técnicas se fundamentaban en una red de cloacas que recorrían las ciudades romanas.

Ese sistema de cloacas se diseñaba anteriormente a urbanizar las colonias y ciudades, y eran obras públicas que eran pagadas por las instituciones municipales por medio de los impuestos.

La ciudad de Caesar Augusta tenía su propia red de cloacas. Bajo los edificios, y bajo las calles y plazas actuales se conservan unos 600 metros de cloacas, que son una mínima parte de las cloacas que recorrían el subsuelo de la colonia.

Se calcula que la red de cloacas en la ciudad tenía en los momentos de máximo esplendor unos quince kilómetros. El diseño básico de esta red de cloacas urbanas fue construido en la época fundacional de la colonia, en época de Octavio César Augusto.

Su construcción se realizó fundamentalmente en la época del emperador Tiberio. Se piensa que la mayoría de las construcciones de las cloacas estaba ya realizada a finales del siglo I d. C.

¿Cómo eran las cloacas de la Zaragoza romana?

El territorio donde se construyó la Zaragoza romana presentaba una inclinación del 2% con orientación sur-norte, descendiendo hacia las orillas del río Ebro. Debido a esto las cloacas de los cardos de la ciudad presentaban una pendiente única.

Además de las cloacas principales existían cloacas laterales que las comunicaban con las casas romanas y con los edificios públicos de la ciudad. Junto a las aguas sucias y fecales que se recibían de casas o de lugares como las termas, las cloacas también recibían el agua sobrante de las fuentes públicas, del riego de jardines, o el agua sobrante de los acueductos.

Debemos saber, que era necesario que las cloacas también recibieran agua corriente limpia pues estas garantizaban la salubridad de las cloacas y evitar que la suciedad atascase la red.

Junto a estas funciones, las cloacas tuvieron otra importante función, como era el canalizar el agua de lluviaque era recogida por sumideros y bajantes. Además, conseguía evitar inundaciones en las zonas más bajas o susceptibles de ser anegadas por las aguas.

Las cloacas se construían bajo tierra, en opus caementicium, que era como se llamaba el hormigón romano. Tenía una forma rectangular, paredes paralelas y lecho plano y a veces nos encontramos que sus paredes estaban recubiertas de losas de piedra, y sus techos estaban terminados con bóvedas de cañón.

Las cloacas romanas siguieron funcionando hasta que en el siglo III. Posteriormente, con el deterioro de la organización municipal en el Bajo Imperio, provoca que haya un abandono y una progresiva falta de mantenimiento que provocó que las cloacas más pequeñas, dejasen de funcionar.

Sin embargo, no llegó a producirse un colapso total de la red de cloacas romanas, ya que algunas de estas cloacas siguieron funcionando hasta comienzos del siglo XX, cuando se comenzó a construir la red de alcantarillado público de Zaragoza.

Debemos saber, que otras cloacas ya abandonadas fueron empleadas para hacer de bodegas de casas particulares.

La primera cloaca conocida es la del Foro, descubierta en el año 1870, pero es a partir de los años 80 del siglo pasado cuando se empiezan a documentar estas estructuras de forma científica.

Los restos de cloacas descubiertos en las intervenciones arqueológicas desarrolladas desde el año 1981 en solares y sobre todo en los viales de Zaragoza, han permitido no sólo el estudio de la red de vertido romana sino también mejorar el conocimiento de la topografía y del trazado urbano de Caesaraugusta.

Hay que citar la publicación realizada en el año 2013 por los entonces arqueólogos municipales Francisco Escudero y Pilar Galve, en el que de forma exhaustiva se recogen todos los tramos de cloacas conocidos en ese momento, además de numerosos canales, y que ha servido de base para trabajos de difusión.

En este catálogo se recogen 37 tramos de cloaca, correspondientes a 20 trazados diferentes. En conjunto suman una longitud de algo más de 600 metros, que equivale a un 3% del total de la red de vertido romana, calculado en unos 15 kilómetros de recorrido.


Bibliografía

Beltrán Lloris, Miguel y Fatás Cabeza, Guillermo. “Historia de Zaragoza, vol. 2. César Augusta, ciudad romana”. 1998. Ayto. de Zaragoza - Caja de Ahorros de la Inmaculada. Zaragoza.
Fatás Cabeza, Guillermo. “Guía Histórico-artística de Zaragoza”. 1991.
Laborda y Neva, José. “Zaragoza, guía de arquitectura”. 1995. Caja de Ahorros de la Inmaculada de Aragón. Zaragoza.