TEATRO

‘Orlando’, puro goce teatral

Solo queda relajarse, disfrutar y permanecer ojiplático ante uno de los mejores montajes de la temporada. 

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Carlos Valades | @carlosvalades

La adaptación teatral de Orlando, dirigida por Marta Pazos y presentada en el Teatro María Guerrero de Madrid, es una propuesta escénica que reinterpreta la novela de Virginia Woolf desde una perspectiva contemporánea y comprometida con las cuestiones de género e identidad. Esta versión, en colaboración con el dramaturgo uruguayo Gabriel Calderón, se presenta como una celebración de la libertad individual y una crítica a las restricciones impuestas por los roles de género tradicionales. La novela es concebida como la carta de amor más larga jamás escrita, amor hacia la literatura y amor hacia su amante Vita Sackville-West, aristócrata que pierde los derechos de sucesión de Knole, el castillo donde vivía, en favor del primogénito de la familia. Esto prendió la mecha en Virginia Woolf para que comenzase a escribir Orlando.

La versión de Orlando dirigida por Marta Pazos es una obra de puro goce teatral, donde se combina una estética impactante con una profunda reflexión sobre la identidad y el género

La puesta en escena es apabullante, catedralicia. Su estética visual es vibrante y colorida, característica del estilo de Pazos. Económicamente hablando, ha sido la gran apuesta de la temporada del CDN. Un presupuesto muy bien aprovechado en la escenografía, diseñada por Blanca Añón, y el vestuario de Agustín Petronio. Son increíblemente bellos los trajes, los vestidos, los corpiños. Todo el conjunto logra un equilibrio barroco, cada escena es un óleo, cada vestido una obra de arte. La iluminación de Nuno Meira y la composición musical de Hugo Torres crean un ambiente sensorial que acompaña la transformación del personaje principal a lo largo de los siglos. La elección de la música, omnipresente, es acertadísima. 

Todo el elenco hace un trabajo titánico, tanto físicamente como de cambios de vestuario y maquillaje a un ritmo frenético. No tienen reparos en mostrarnos sus cuerpos desnudos mientras bailan una coreografía enloquecida. Laia Manzanares,en el papel de Orlando, crece a medida que la obra avanza y Abril Zamora, como Virginia Woolf, porta un vestido con la correspondencia entre la escritora y la aristócrata, y ofrece una interpretación que explora la fluidez de género y la construcción de la identidad personal. Nao Albet muestra una vez más sus dotes actorales cantando a capella fragmentos de las cartas de amor que Virginia le enviaba a Vita o mostrándonos su cuerpo en un homenaje a John Lennon y Yoko Ono en su fin de semana de pasión que Annie Leibovitz retrató para la revista Rolling Stone. Jorge Kent emociona al público con su monólogo del poeta Green mientras que Paco Ochoa, un habitual de los escenarios, cumple con creces su rol del gitano Rústum el Sadi. Alberto Velasco, como reina de corazones, impresiona por su gestualidad y exhibe un vestuario que parece sacado de la Alicia de Lewis Carroll. Anna Climent y Mabel Olea arropan las transiciones entre escenas magistralmente, retorciéndose, desnudándose y volviéndose a vestir en tiempo récord, en un alarde de poderío corporal.

La obra aborda la temática de la opresión de los roles de género, mostrando cómo las posibilidades de Orlando se ven restringidas tras su transformación. Posiblemente, el documental “Orlando, mi biografía política” de Paul B. Preciado, ha ejercido una gran influencia en el acercamiento del montaje a las personas trans y no binarias.

En resumen, la versión de Orlando dirigida por Marta Pazos es una obra de puro goce teatral, donde se combina una estética impactante con una profunda reflexión sobre la identidad y el género. Solo queda relajarse, disfrutar y permanecer ojiplático ante uno de los mejores montajes de la temporada.