ANÁLISIS GEOPOLÍTICO

Los temores de Europa

Foto: Departamento de Estado de EEUU
Europa, los países europeos, la Unión Europea, llámesele como mejor parezca, podría empezar a plantearse tener criterio propio.

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Cunde la preocupación en la OTAN, en la Unión Europea y en los países que las conforman por la vuelta de Donald Trump a la presidencia estadounidense. Al menos, eso nos dicen la mayoría de los medios de comunicación.

Se teme su amenaza de negarse a defender al país miembro de la OTAN que no cumpla con el requisito de elevar su gasto en defensa en, al menos, el 2% de su PIB, llegando a afirmar que, si ese país fuera atacado por Rusia, Estados Unidos no lo protegería, dejaría que Rusia “le hiciera lo que quisiera”. Se teme que, en el peor de los casos, sacase a Estados Unidos de la OTAN. Se teme que negocie con Rusia, especialmente en relación con la guerra de Ucrania, permitiendo que Rusia se anexionase territorio ucraniano. Se teme que inicie una guerra fiscal y arancelaria con China que revolucione el comercio mundial. Y se teme que todo ello obligue a los países de la Unión Europea y/o la OTAN a incrementar considerablemente sus gastos en seguridad y defensa, lo que, ítem más, repercutiría positivamente en la balanza comercial estadounidense, de donde proceden la mayoría de sus compras de armamento, municiones y material militar y de alta (y nueva) tecnología.

Europa, los países europeos, la Unión Europea, llámesele como mejor parezca, podría empezar a plantearse tener criterio propio

Dos conclusiones podemos sacar de estos temores. En primer lugar, que los países europeos no sólo son dependientes de Estados Unidos para su seguridad y defensa y son conscientes de ello, sino que no parece importarles, es más, parece gustarles, cuando les asusta que pudieran perder esa tutela y sólo piensan en cómo evitarlo.

Y, en segundo lugar, que mientras la situación económica de la mayoría de ellos parece no estar en su mejor momento -de nuevo según nos dicen la mayoría de los medios de comunicación- no parece preocuparles tener que aumentar sus gastos en defensa en vez de buscar su seguridad a través de otras vías. De otras vías no bélicas, no impositivas, de las que precisamente los países europeos se pasan el día presumiendo de ser sus adalides.

¿Por qué Europa (los países europeos) no sólo permitió, sino que incluso alentó, la expansión de la OTAN hacia el este en sucesivas oleadas, hasta llegar al punto de no retorno de alcanzar la propia frontera rusa en el disputado territorio bi-étnico (lingüístico, religioso, territorial y cultural) de Ucrania, en cuyos asuntos internos (Revolución Naranja, Euromaidán, etc.) se entrometió para evitar que el país se incorporara a la Unión Económica Euroasiática en vez de al Acuerdo de Asociación con la Unión Europea? ¿Cuál era la amenaza rusa en esos momentos, 2004/2005 y 2013/2014? ¿Por qué los engaños de Minsk, reconocidos pública y abiertamente por la canciller alemana del momento Angela Merkel y el presidente francés François Hollande? ¿Porque creían que podían someter a Rusia y convertirla en un simple y subordinado exportador de materias primas baratas (gas y petróleo)? Mal cálculo hicieron. Desastrosa política de seguridad. Excesiva confianza en el paraguas estadounidense, que tiene sus propios intereses hegemónicos, que no siempre tienen porque coincidir con los europeos, como el actual temor a que ese paraguas puede cerrase nos muestra. Con Trump y su nuevo equipo neo-nacionalista del “Make America great again” al mando del timón estadounidense. 

Se debería (y se puede si se quiere) intentar eludir la excesiva y exclusiva dependencia económica y tecnológica de Estados Unidos

Y es que los países y las sociedades europeas parecen no haber perdido su impronta de antiguos países coloniales rectores del resto del mundo y al haberlos (habernos) puesto la historia en segunda fila, seguimos queriendo creer que continuamos en la primera amparándonos bajo el ala estadounidense, que, con toda lógica, tiene sus propios intereses y necesidades, como potencia de primer orden que sí que es en estos momentos de la historia, con el resultado de que empezamos a estar pasando a ser (que no a ver, parece) de aliados a subordinados, de colaboradores a sirvientes.

Puede que la OTAN y las obligaciones que implica su pertenencia a ella tuvieran algún sentido en la era de la bipolar Guerra Fría, pero ¿lo sigue teniendo en las actuales circunstancias de multilateralismo y globalización neoliberal? ¿Por qué Europa se tiene que ver afectada (perjudicialmente) por la rivalidad económico-comercial entre Estados Unidos y China, países ambos con los que no puede competir en este terreno, pero de cuya rivalidad podría beneficiarse en este terreno? ¿Por qué Europa no puede tener unas relaciones (beneficiosas) con un país, Rusia, que la historia nos muestra como un país europeo más? ¿Porque militaron en bandos opuestos durante los años de la Guerra Fría, en las que la mitad de Europa era capitalista y la otra mitad comunista? Hoy, toda Europa es neoliberal, los de un antiguo lado y los del otro. ¿Por qué siguen los países europeos dejándose arrastrar por un enfrentamiento que les perjudica y al cual se ven cada vez más arrastrados?

Europa, los países europeos, la Unión Europea, llámesele como mejor parezca, podría dejar de lloriquear y lamentarse del posible abandono por parte de Estados Unidos de quienes no paguen esa contribución -hoy del 2% del PIB, mañana de lo que haga falta- que el gran aliado considera la adecuada para que la OTAN esté en condiciones de defender e imponer los intereses de… ¿la OTAN, los países europeos… o los suyos propios de gran potencia?

Hoy, toda Europa es neoliberal, los de un antiguo lado y los del otro. ¿Por qué siguen los países europeos dejándose arrastrar por un enfrentamiento que les perjudica y al cual se ven cada vez más arrastrados?

Europa, los países europeos, la Unión Europea, llámesele como mejor parezca, podría empezar a plantearse tener criterio propio. Aceptar que hay argumentos razonables para que Rusia esté preocupada porque la bi-étnica y fronteriza Ucrania entre en la OTAN (no nos engañemos, brazo armado de Estados Unidos en la rica Europa) y aceptar que sale ganando al normalizar sus relaciones con ella (con Rusia), especialmente las comerciales y en concreto (pero no únicas) las energéticas (gas y petróleo). Después de todo, es lo que hace Europa con otros muchos países del mundo no especialmente adalides de la democracia y el respeto a los derechos humanos, como en el norte de África o en Asia. Se puede (y se debe) ser amigo y colaborador (de Estados Unidos) sin necesidad de tener los 100.000 efectivos militares que actualmente tiene Estados Unidos desplegados en Europa. Se debería (y se puede si se quiere) tener una política de seguridad propia no expansionista, no centrada en imponerle a los otros nuestros sistemas políticos, sociales y económicos y nuestros modelos de comercio, como durante tantos años hemos hecho como primeras potencias colonialistas del mundo y como queremos seguir haciendo ahora bajo la humillante batuta estadounidense y en función primordialmente de sus intereses. Se debería (y se puede si se quiere) intentar eludir la excesiva y exclusiva dependencia económica y tecnológica de Estados Unidos, incrementando el comercio y el intercambio con las potencias emergentes entre ellas, inevitablemente, China.  

No sé si hay que disolver o renunciar a la OTAN, lo que sí parece cada vez más evidente es que si no somos capaces de modificar la actual OTAN en nuestro propio beneficio, en beneficio de las poblaciones europeas, sería mejor que no hubiese OTAN.