
En el Congreso de Marsella destacó la aprobación de una resolución fundamental en la que se pedía la creación de un Comité Internacional de Mujeres
Gran Bretaña y Holanda.
En el Congreso de Marsella estuvieron presentes un centenar de delegadas, destacando la presencia de la diputada alemana Tony Sender, y M.P. Spack, senadora belga. Nutridas fueron las representaciones alemana y austriaca, dado el peso de sus respectivas socialdemocracias. Esta reunión destacó por la aprobación de una resolución fundamental en la que se pedía la creación de un Comité Internacional de Mujeres, que tendría que estar formado por representantes de las organizaciones femeninas, cuya misión sería ayudar a la Ejecutiva de la Internacional, pero, además, organizar Conferencias bianuales. Ese Comité debía estar constituido de la misma forma que el Comité Internacional Ejecutivo de la Internacional Obrera y Socialista, y debía reunirse, al menos, una vez al año. El trabajo istrativo de organización de las mujeres socialistas se aseguraría por el Secretariado Internacional de la Internacional Obrera y Socialista.
Pero la creación de ese Comité se encontraba al final de una resolución que comenzaba instando a los Partidos Socialistas a apoyar la organización de las mujeres en el movimiento obrero porque la realización del socialismo solamente se podría realizar con la cooperación de las masas para la reorganización de la sociedad, y esas masas estaban constituidas por hombres, pero también por mujeres. Los partidos socialistas debían considerar que la emancipación de las mujeres tenía que ser uno de sus objetivos fundamentales. Y eso pasaba por luchar porque los hombres y las mujeres tuvieran los mismos derechos políticos, especialmente el derecho al sufragio, tanto activo como pasivo. Pero también los partidos socialistas tenían que luchar por la igualdad jurídica, en el matrimonio, y por conseguir que no hubiera discriminación en relación con los hijos naturales, es decir, que desapareciese la ilegitimidad. Otras tareas fundamentales pasaban por la libertad de la mujer en la actividad profesional, y por la igualdad laboral y salarial.
El movimiento socialista debía tener en consideración en su política las necesidades de las mujeres, tanto como las de los hombres, por eso los partidos debían pedir a las organizaciones femeninas que trabajasen por estos objetivos porque el capitalismo había puesto a las mujeres en una posición de dependencia social y cultural, además de que su posición económica y política era más débil que la del hombre. La maternidad exigía una protección especial, debiéndose exigir todas las medidas necesarias para asegurar el bienestar de las madres y los niños.
No cabe duda que este acontecimiento es clave para que el socialismo europeo caminase ya claramente en favor de los derechos de la mujer, superando posturas ambiguas y paternalistas.
Como fuente hemos consultado los números de El Socialista del año 1925: 5135, 5164, 5165 y 5170.