El desembarco de Alhucemas
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Arturo Barea en su libro “La ruta” habla que los veinticinco primeros años del siglo XX en el Marruecos español no fue más que un campo de batalla, un burdel y una taberna inmensa.
- La conferencia de Madrid
- El desembarco de Alhucemas
- El planteamiento del desembarco
- El desembarco
- ¿Quiénes mandaron la operación del desembarco de Alhucemas?
- Fuerzas españolas
- Fuerzas sas
Tras el desastre de Annual, el ejército español era materialmente incapaz de recuperar el territorio perdido. Annual, el mayor desastre de la historia militar española, destapa la corrupción y negligencia de una buena parte de los mandos y la falta de medios del ejército colonial.
Con solo 33 años, Franco ya es general. La victoria ocultará los errores que casi frustran el desembarco
Por ello, se optó por una política de contención orientada a impedir la expansión de la zona rebelde, ejecutada mediante acciones militares limitadas y de carácter local.
Paralelamente, se inició la depuración de responsabilidades a través del llamado informe Picasso, que veremos más adelante. A la vez que las fuerzas políticas, la opinión pública e incluso el ejército se dividían entre los partidarios de abandonar el Protectorado y los que abogaban por reiniciar cuanto antes las operaciones militares.
El teniente general miguel Primo de Rivera que ya era dictador desde septiembre del año 1923, tenía muy claro que Marruecos creaba problemas al país y era de la tendencia abandonistas. Cuando Abd el Krim siguió atacando decidió que había llegado el momento de acabar con el problema de Marruecos.
A lo largo del año 1924, se producen nuevos ataques de Abd el-Krim que obligan a un nuevo repliegue español a las zonas de Tetuán, Ceuta y Melilla. El dictador se hace firme partidario de pasar a la ofensiva para derrotar al líder rifeño y restituir la autoridad española en el Protectorado.
Fue entonces cuando el general Primo de Rivera comprendió que había que pasar a una fuerte ofensiva, orientada a derrotar de manera concluyente al líder rifeño y tratar de reinstaurar la autoridad española en toda la zona del Protectorado.
Mientras tanto, la opinión pública se veía dividida entre los que querían abandonar el Protectorado y los que querían recuperar por la fuerza el terreno perdido.
El proceso de abrir una guerra contra los del Rif se aceleró a la vista de lo ocurrido en abril de 1925, cuando Abd el-Krim, animado por los éxitos que estaba consiguiendo, decidió atacar la zona del Protectorado francés de Marruecos, lo que produjo un acercamiento y un entendimiento entre españoles y ses para hacer causa común contra los rifeños.
La conferencia de Madrid
El veintiocho junio tuvo lugar la Conferencia de Madrid entre ambos países, en la que acordaron las medidas a tomar, entre las que estaba un desembarco en la bahía de Alhucemas, que era donde se encontraba la cabila de la que procedía Abd el Krim.
Primo de Rivera y Pétain se reúnen en Tetuán el 28 de julio y en Algeciras el 21 de agosto. La historiadora María Rosa de Madariaga dice “A la opinión negativa de Lyautey sobre el mando español, se opone la atracción y simpatía de Pétain y de su equipo por Primo de Rivera y los jóvenes oficiales del Tercio y los Regulares”.
Pétain considera que Primo de Rivera es el patriota que necesita España. Al futuro jefe del gobierno de Vichy también le gustan los mandos africanistas. “Hay en este momento en estos jóvenes oficiales una emulación, un brío y una fe patriótica muy interesantes de observar”.
Entre los acuerdos alcanzados se encuentra el de efectuar un desembarco español en la bahía de Alhucemas, con la cooperación y apoyo de una flota combinada, naval y aérea, franco-española.
El desembarco de Alhucemas
Primo de Rivera contó con el apoyo del general de división, Francisco Jordana y Souza quien diseño el desembarco de Alhucemas y confiaba que con esta acción y posteriormente haciendo una labor política con las tribus el problema se acabaría.
Se considera el primer desembarco anfibio en la historia que involucra el uso de tanques y apoyo aéreo masivo por mar. El desembarco de Alhucemas se cree que es uno de los precursores de los desembarcos anfibios aliados en la II Guerra Mundial, y la primera operación combinada exitosa del siglo XX.
La decisión fue desembarcar en Alhucemas unos 18.000 soldados, aunque solo desembarcaron 13.000 para combatir a los rifeños, que se estimaban en unos 11.000. El desembarco se iba a producir en un terreno muy difícil y muy bien conocido por los del Rif.
Por lo que se hizo un detallado planeamiento de la operación. Abd el Krim artilló, minó y fortificó la zona, lo que obligó a los atacantes a efectuar reajustes de sus operaciones y elegir para el desembarco un lugar al oeste de Alhucemas, en la zona de las playas de Cebadilla y Cala del Quemado.
El plan era establecer en tierra una primera cabeza de playa y, a continuación, proceder de acuerdo a cómo fueran saliendo las cosas, o desembarcar en alguna de las otras playas cercanas para establecer una segunda cabeza de playa, o profundizar el esfuerzo en la zona de la primera cabeza.
en Marruecos, en el año 1925
El planteamiento del desembarco
Abd el-Krim seguro de sí mismo por sus éxitos frente a los españoles, atacó la zona sa del Protectorado. En abril del año 1925, se abrió las puertas a un efectivo entendimiento franco-español para hacer frente común a los rifeños.
Alhucemas, zona de asentamiento de la cabila de los Bocoya, que rivalizaba a la tribu de Beni Urriaguel a la que pertenecía Abd el Krim, y que estaba más abierta a colaborar con los españoles. Era una localización estratégica para poder dominar Ajdir, la capital de la tribu de Abd El Krim foco permanente de la rebelión rifeña.
El propósito de la operación se fijó en el desembarco de 18.000 hombres, aunque finalmente serían 13.000 los desembarcados, para ocupar una base de operaciones en la zona de Alhucemas y hacer frente a unos 11.000 hombres que se calculaba que podrían haber reunido los rifeños.
Esta operación constituía la primera acción anfibia en la que participaba España en la era moderna. Por si fuera poco, el terreno presentaba dificultades para realizar el desembarco, además de ser una región bien conocida por los rifeños. Ello llevó al general Primo de Rivera preparó una cuidadosa planificación para el desembarco.
El probable conocimiento de la proyectada operación impulsó al caudillo rifeño a fortificar, artillar y minar la zona. Estas circunstancias obligaron al mando español a cambiar el lugar del desembarco, eligiéndose la Playa de la Cebadilla y Cala del Quemado, al oeste de la bahía de Alhucemas.
El primer y principal esfuerzo para apoderarse de la cabeza de playa se ejercería en las citadas playas. Una vez conseguido con éxito este desembarco, el segundo esfuerzo se realizaría en algunas de las calas adyacentes o bien se aprovecharía el éxito inicial para profundizar y ampliar la cabeza de playa, dependiendo de las circunstancias.
El desembarco
Fue muy importante la intervención aérea durante el desembarco de Alhucemas. Para ello se tuvieron que coordinar la aviación militar y naval española con la sa, para así apoyar el desembarco de las tropas terrestres y ayudar a la consolidación de las playas así como apoyar la progresión terrestre hasta Axadir que era el núcleo central de la rebelión.
Para que una operación de desembarco tenga éxito son factores indispensables la sorpresa en tiempo y espacio, y la rapidez de ejecución.
Sin embargo, el primer desembarco aeronaval de la historia no tendrá esa ventaja. Abd el-Krim, el líder rifeño que encabeza la resistencia contra la istración colonial española y sa, ha fortificado la bahía de Alhucemas, la tierra de los Beni Urriaguel.
Su cabila ataca Tetuán el tres de septiembre del año 1925, dos días antes de que las tropas embarquen en Ceuta y Melilla, ataca. Mientras la flota se reúne ante la bahía, la suerte de Alhucemas se decide en Cudia-Tahar, donde se frena el ataque rifeño.
A las seis de la tarde del cinco de septiembre, los 9.300 soldados del general Leopoldo Saro Marín embarcan en Ceuta. La brigada del general Emilio Fernández Pérez que eran 9.178 hombres lo hace en Melilla la noche del día cinco al seis de septiembre.
Solo un tabor de Regulares y dos banderas de la Legión son desviadas para frenar el ataque a Tetuán. Las dos flotillas se reúnen ante Alhucemas al atardecer del día seis. Con sus escoltas, superan el centenar de navíos.
El desembarco, previsto para el siete de septiembre, comenzó, debido al mal tiempo, el ocho de septiembre del año 1925 en las playas de Ixadain y la Cebadilla, en el territorio de la cabila de los Bocoya, empleándose para ello 24 barcazas tipo K compradas a los británicos y que estaban en Gibraltar.
En la costa, los rifeños disponían de catorce piezas de campaña de 70 y 75 mm que habían sido capturadas a los españoles y que ahora eran manejadas por instructores mercenarios extranjeros. También contaban con ametralladoras.
Apoyados por los cañones de las escuadras navales y el bombardeo de la aviación, la primera oleada comenzó a las 11:30. Debido a la presencia de rocas, el contingente de la playa de Ixdain debió desembarcar a unos 50 metros de la costa. Entretanto, se descubre que la playa de la Cebadilla está minada.
Había unas cuarenta minas enterradas en la arena. Detonadas las minas, comenzó la segunda oleada a las 13:00 horas, emprendiéndose a continuación un rápido avance hasta ocupar las alturas que dominan la playa.
En un primer momento desembarcaron 9.000 hombres y durante el resto del día se procedió a desembarcar el material necesario para continuar la operación.
Al caer la tarde, la artillería rifeña reanudó el fuego con intensidad contra las tropas españolas y la escuadra, causando numerosas bajas y alcanzando a los acorazados Alfonso XIII y Jaime I, sufriendo estos daños menores. La artillería fue respondida con un ataque aéreo español y, al final del día, 13.000 hombres estaban ya en tierra.
Cabe destacar que en Alhucemas se utilizaron por primera vez en la historia de la guerra los carros de combate en un desembarco, concretamente once Renault FT-17 y seis Schneider CA1, que fueron poco útiles, aunque causaron gran impresión.
Además, fue la primera vez en la historia en la que las fuerzas de apoyo aéreo al desembarco, las fuerzas navales y las fuerzas de tierra actuaron bajo un mando unificado, el del general Primo de Rivera.
El veintitrés de septiembre se dio la orden de continuar el avance, ocupándose la línea de alturas que domina la bahía de Alhucemas. El treinta, tras otro nuevo periodo de mal tiempo que impedía el desembarco del apoyo logístico necesario, así como el apoyo aéreo, se inició la fase final de la penetración terrestre destinada a consolidar la base de operaciones, finalizando el trece de octubre.
Desde Alhucemas, en la primavera de 1926, se ejecutaron las operaciones que determinaron la derrota de Abd el-Krim y la ocupación y pacificación total de la zona española del Protectorado.
¿Quiénes mandaron la operación del desembarco de Alhucemas?
El mando supremo lo tuvo el general Miguel Primo de Rivera. El mando terrestre fue del general José Sanjurjo Sacanell. El mando aéreo fue del general Jorge Soriano Escudero. El mando naval correspondió al almirante Eduardo Guerra Goyena.
Fuerzas españolas
Actuaron los tres ejércitos españoles.
En las Fuerzas terrestres actuaron aproximadamente 13.000 hombres. Estas fuerzas se dividieron en dos agrupaciones:
Agrupación oriental
- Dos banderas del Tercio de la legión.
- Siete tabores de regulares.
- Dos batallones de África, los números tres y ocho.
- Una compañía de carros de combate.
- Una batería de obuses de 105 mm.
- Dos baterías de obuses de 75 mm;
- Una unidad de ingenieros.
- Una unidad de intendencia.
- Una unidad de Sanidad.
Sus mandos eran el general, Leopoldo Saro Marín, el teniente coronel, Miguel Campins, los coroneles Francisco Franco Bahamonde y Emilio Esteban Infantes.
Agrupación occidental
- Una bandera del Tercio.
- Dos tabores de Regulares.
- Una harka de Fuerzas Indígenas, fuerzas de la Mehal’la Indígena.
- Un Batallón Expedicionario de infantería de Marina.
- Una batería de obuses de 105 mm y 2 de 75.
- Una unidad de ingenieros.
- Una unidad de intendencia.
- Una unidad de sanidad.
- Sus mandos era el general, Emilio Fernández Pérez, los coroneles, Manuel Goded Llopis y Adolfo Vara del Rey.
Las Fuerzas de la marina de guerra española estaba dirigida por el almirante Guerra y el contraalmirante García. Los navíos que participaron en este desembarco fueron:
- Los acorazados Jaime I y Alfonso XIII.
- Los cruceros, Méndez Núñez, Blas de Lezo, Victoria Eugenia y Extremadura.
- El portahidroaviones Dédalo.
- Los destructores Alsedo y Velasco. Sin embargo el destructor Alsedo no llegó a combatir pues chocó con el cañonero Canalejas y abandonó la zona.
- Siete cañoneros, que son: Cánovas del Castillo, Canalejas, Eduardo Dato, Recalde, Lauria, Laya y Almirante Bonifaz.
- Once guardacostas que son: Uad Muluya, Uad Kert, Uad Martin, Uad Ras, Uad Lucus, Uad Torga, Uad Tetuán, Uad Ardía, Uad Larache, Uad Alcázar y Uad Xauen.
- Seis torpederos.
- Siete guardapescas, Marinero Jarano, Cardólo, Maquinista Macías, Condestable Zaragoza, Marinero Gante, Torpedista Hernández y Contramaestre Castelló.
- Cuatro remolcadores.
- Dos aljibes.
- Veintiséis barcazas de desembarco.
- Veintisiete transportes de tropas.
Fuerzas aéreas estaban mandadas por el general Soriano. Las fuerzas aéreas que participaron en el desembarco de Alhucemas fueron:
- Tres escuadras y estaba formada cada una por un grupo de reconocimiento y otro de bombardeo.
- Seis hidroaviones de caza – reconocimiento.
- Seis hidroaviones de bombardeo.
- Un globo cautivo tipo Avorio Prassone de 1100 m³.
- Un dirigible semirrígido de SCA de 1500 m³.
- Dos aviones Junkers F-13 de la Cruz Roja.
Fuerzas sas
Dentro de las fuerzas terrestres debemos destacar la participación de un batallón de infantería de marina.
Las Fuerzas navales que participaron estaban dirigidas por el almirante Hallier. Las unidades que participaron fueron:
- El acorazado París.
- Dos cruceros, el Metz y el Strasbourg.
- Dos torpederos, el Annamite y el Tonkinois.
- Dos monitores avisos, el Reims y el Amiens.
- Un remolcador con globo cautivo.
Las Fuerzas aéreas sas estaban compuestas de una escuadrilla de bombardeo Farman F 60 Goliath que estaba formada por seis aviones.
El resultado del día ocho concluye con 12 muertos y 91 heridos, y los derribos de un De Havilland DH 9 y un hidroavión Dornier, los únicos aparatos perdidos entre los 40 que vuelan en esa jornada. Axdir, el cuartel general de Abd el-Krim, está a pocos kilómetros, pero se tardarán semanas en tomar ese terreno.
La noche del día once se produce el contraataque más feroz. Los españoles resisten, pero no pueden avanzar: no hay agua para los mulos que deben transportar el material.
La noche del diecinueve se produce el último gran contraataque rifeño. El veintitrés, las tropas españolas toman la segunda línea defensiva y el dos de octubre, Axdir es conquistado.
Abd el-Krim escapa, pero el éxito del desembarco es el comienzo de su derrota. El mal tiempo del otoño y el invierno le concede una última tregua. El veintiséis de mayo del año 1926 se rinde a los ses.
Con solo 33 años, Franco ya es general. La victoria ocultará los errores que casi frustran el desembarco. “Los medios anfibios fueron inadecuados, lo que provocó un estrangulamiento del aprovisionamiento -escribe el capitán de navío José María Blanco Núñez-... las playas no pudieron estudiarse bien... el transporte a brazo se prolongó a casi toda la operación”.
Como resultado de este desembarco fueron 23 jefes y oficiales y 333 soldados mueren en Alhucemas, de los cuales 131 son europeos y 202 indígenas. Otros 104 jefes y oficiales y 1.804 soldados caen heridos, de los cuales 755 son europeos y 1.049 son indígenas.
El veinticinco de mayo del año 1926, José Caballero Reyes que estaba hecho prisionero desde el año 1923, enfermo de tifus y sarna, es liberado por los ses tras veinte meses y dos días de cruel cautiverio.
BIBLIOGRAFÍA
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