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viernes. 30.05.2025
UNIÓN EUROPEA

¿En qué nos estamos equivocando?

La clave de esta pregunta está en la necesaria respuesta y la consiguiente acción ciudadana. 
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Manifestación en Madrid. (Foto: NT)

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El título de estas líneas podía haber sido ¿Qué nos está pasando?, pero se ha replanteado como ¿En qué estamos fallando? Ambas preguntas emergen del rotundo fracaso de las concentraciones celebradas el pasado viernes 9 de mayo en Barcelona, en la plaza de la Catedral, y el domingo 11 de mayo en Madrid, en la plaza de Callao. Un fracaso no solo por la escasa asistencia, sino por la distancia abismal entre el objetivo de las convocatorias —“Por la defensa de Europa y la democracia”— y la realidad palpable: la indiferencia ciudadana.  

El núcleo de la iniciativa se sustentaba en una premisa sólida: el proyecto europeo es la principal herramienta para contrarrestar las amenazas internas y externas que hoy erosionan los cimientos de la Unión. Amenazas que, lejos de ser abstractas, impregnan debates cotidianos, titulares mediáticos y discursos políticos. “Más Europa y más democracia” fue el lema compartido por más de medio centenar de asociaciones, fundaciones, sindicatos, partidos, entidades culturales y figuras prominentes del periodismo, la ciencia y la cultura. Todos coincidían en una alerta urgente: “Europa y la democracia social no habían enfrentado un riesgo tan grave en ochenta años”. 

 

Pero la respuesta ciudadana fue desoladora. En Barcelona, apenas unos centenares de personas —en su mayoría mayores— acompañaron a eurodiputados y algunos líderes de las organizaciones convocantes, bajo una inmensa bandera europea muy fotogénica para redes sociales. Algunos nos marchamos en Barcelona el 9 de mayo con la cabeza baja, reconociendo entre unas copas de cerveza la crudeza de la pregunta: ¿Qué está pasando a la izquierda y a los sectores progresista de este país? Confiábamos en que Madrid rectificaría el rumbo. Sin embargo, aunque la cifra fue algo mayor —unos escasos miles según las crónicas más generosas—, predominaron nuevamente rostros veteranos. Para agravar el contraste, solo un día antes, la derecha y la ultraderecha habían congregado a algunas decenas de miles en la plaza de Colón.  

¿Qué explica esta desconexión? Nos podríamos preguntar, y la primera respuesta bien podría ser: la desidia de los convocados. Pero no, hay algo más profundo. Mientras en Roma, un artículo en el diario La Repubblica logró reunir a 50.000 personas en la plaza del Popolo en una celebración espontánea del ideal europeo, aquí ni siquiera la suma de decenas de entidades consigue despertar el mínimo entusiasmo ni el interés ciudadano.  

¿Acaso los europeístas, progresistas y demócratas en España hemos caído en la autocomplacencia?

La frase que resonó en Italia —“Nuestros verdaderos enemigos somos nosotros mismos cuando olvidamos nuestra fortuna”— debería ser un espejo. ¿Acaso los europeístas, progresistas y demócratas en España hemos caído en la autocomplacencia? El diagnóstico es claro: existe un abismo entre la retórica de la urgencia y la acción real.  

No se trata de falta de razones para movilizarse. Se trata de incapacidad para traducirlas en acción. La pregunta, pues, no es “¿qué nos pasa?”, sino ¿hasta cuándo permitiremos que la pasividad nos defina? Los demócratas, los progresistas, los europeístas de este país… ¿estamos noqueados? ¿No sabemos cómo activar la movilización y el compromiso?

Tal vez lo que vivimos es una gran distancia entre lo que denunciamos y lo que realmente estamos dispuestos a hacer. Tal vez nos tenemos que preguntar si las razones de la movilización no interesaban a nadie o si en realidad, que creo que es la verdadera causa y razón, las organizaciones y entidades convocantes no han hecho nada para que interese. Porque si todo queda, como parece, en tuits, tertulias y mensajes en Facebook, ya hemos perdido. Habríamos renunciado a defender nuestros valores como corresponde: la ciudadanía, la clase trabajadora en primer lugar. Sí, esos valores de los que tanto nos enorgullecemos y que, por inacción, corremos el riesgo de dejar morir.

Por eso, con más urgencia que nunca, deberíamos preguntarnos:

¿En qué nos estamos equivocando? Y la clave está en la necesaria respuesta y la consiguiente acción ciudadana. 

Artículo publicado en el blog de Quim González Muntadas

¿En qué nos estamos equivocando?