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Vicente I. Sánchez | @Snchez1Godotx

La editorial Fulgencio Pimentel sigue apostando por uno de los autores más radicales y corrosivos del cómic underground: Simon Hanselmann. En esta ocasión, nos presenta Café romántica, un cómic que desafía cualquier intento de clasificación y cuyo análisis podría resultar innecesario e incluso contraproducente. Al fin y al cabo, en su esencia, Café romántica es un nuevo ejercicio de provocación por parte de este autor australiano originario de Tasmania.
Primero, ¿qué es Café romántica? El propio Hanselmann lo explica al final del libro: era un local icónico de la vida nocturna de Melbourne, un lugar donde se podía jugar al billar, disfrutar de una buena pizza acompañada de una cerveza artesanal y encontrarse con toda clase de personajes extraños. Un espacio donde las peleas eran frecuentes y en el que podía ocurrir cualquier cosa. Este cómic es precisamente eso: un compendio de historias cortas y absurdas, cargadas de insultos, drogas, y, por supuesto, pizza y cerveza.
Café romántica es un nuevo ejercicio de provocación por parte de este autor australiano originario de Tasmania
El volumen recoge varios fanzines e historias cortas que siguen las desventuras de la bruja Megg, su novio Mogg (un gato), Owl (un búho perdido y frustrado), y Werewolf Jones (un lobo padre de familia obsesionado con el sexo anal). Todos ellos son personajes autodestructivos y absurdos que viven perdidos, tristes y atrapados en serios problemas de adicción al sexo y las drogas. Lo fascinante es que, a pesar de ser personajes repulsivos en muchos aspectos, poseen un magnetismo adictivo, ofreciendo aventuras y dilemas morales que pocos se atreven a abordar. Café Romántica es una obra sin límites, donde todo está permitido.
Es bien sabido que Simon Hanselmann ha tenido una vida difícil. Nació en 1982 en Tasmania, una de las regiones de Australia con mayor índice de criminalidad (según él, en su zona se tiene sexo con perros). Criado en un hogar roto, con una madre adicta a la heroína que estuvo al borde de la muerte en varias ocasiones, Hanselmann vivió entre la pobreza y la exclusión social. Este traumático pasado ha sido “vomitado” en sus cómics, creando personajes como Megg, una bruja con tendencias autodestructivas que parece reflejar la crisis personal del propio autor.

Café romántica continúa la línea de obras anteriores como Hechizo total (también publicada por Fulgencio Pimentel), y presenta historias muy cortas, algunas de las cuales carecen de coherencia, pero donde predominan temas como el sexo y las drogas. En algunos episodios, la crudeza llega a hablar de temas como la pedofilia y la zoofilia, abordados desde la ironía, lo que puede generar una sensación de náusea. Uno de los personajes más interesantes es Werewolf Jones, un padre absurdo y adicto al sexo anal, que vive sumido en la autodestrucción constante.
Entre drogas, insultos y (mucho) sexo anal, encontramos relatos sorprendentes como Halo Chamber o Un misterio de los Jones Boys, que se pueden leer con múltiples capas y niveles de profundidad
Resulta curioso que Fulgencio Pimentel haya optado por una edición en tapa dura, con una portada elegante en la que Owl aparece vestido de chaqué, y una contraportada en la que los personajes parecen participar en una fiesta sofisticada junto a una piscina. Es una idea brillante, pues al abrir el cómic, toda esa elegancia se ve reemplazada por una mezcla de suciedad moral, sexo y drogas. Además, la edición interna es fascinante: no solo se puede apreciar la evolución estilística de Hanselmann, sino que cada historia tiene una composición distinta, con colores de papel variados que reflejan el estado emocional de cada episodio. Algunos relatos están cuidadosamente diseñados, y otros parecen escritor en alguna visita rápida al baño.

Sí, Café romántica es una obra tan enfermiza como magistral, una obra de un autor talentoso que no teme adentrarse en terrenos pantanosos, tan incómodos que su propia obra puede resultar desagradable e inapropiada para muchos lectores. Sin embargo, lo cierto es que Hanselmann se muestra vulnerable, y sus personajes son el reflejo de su propia historia de pobreza y sufrimiento. Por ello, este cómic puede considerarse casi como una sesión de autoayuda, un enorme grito de auxilio de alguien que, poco a poco, va sanando gracias al poder de la expresión artística.
Entre drogas, insultos y (mucho) sexo anal, encontramos relatos sorprendentes como Halo Chamber o Un misterio de los Jones Boys, que se pueden leer con múltiples capas y niveles de profundidad. Quedarse con lo zafio y grosero es una opción, pero también lo es sumergirse en la provocación inteligente de lo que podría ser el autor underground más relevante del panorama actual.
