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Pablo D. Santonja | @datosantonja

La Guerra de los Cristeros (1926-1929) fue un conflicto armado en México entre el gobierno de Plutarco Elías Calles y grupos de católicos que se levantaron en defensa de la libertad religiosa, tras la implementación de leyes que restringían severamente las prácticas de culto. Las políticas anticlericales culminaron en la prohibición de actos religiosos y la expropiación de bienes eclesiásticos, provocando una rebelión que se extendió principalmente en el centro y occidente del país. Los cristeros, en su mayoría campesinos, adoptaron el lema “¡Viva Cristo Rey!” como grito de guerra. Tras años de violencia, negociaciones mediadas por el Vaticano llevaron a un frágil acuerdo en 1929, aunque las tensiones entre Iglesia y Estado persistieron.
Bajo este marco histórico se sitúa la nueva aventura de nuestro no-héroe Corto Maltés, en una nueva saga configurada por los autores Juan Díaz Canales (Blacksad) y el dibujante Ruben Pellejero (Barcelona: Alma negra), un trabajo de virtuosismo narrativo que hace resurgir el espíritu de la aventura en su mayor esplendor. Nos citamos pues con sus autores para enfrascarnos en una conversación de una hora donde hablamos de legado, de peso icónico, de secretos y referencias al trabajo de Hugo Pratt.
Díaz Canales y Pellejero han logrado devolver a Corto Maltés al lugar central que merece en el panorama de la narrativa gráfica con un profundo respeto por la obra de Hugo Pratt y un talento indiscutible
Corto Maltés, el icónico marinero creado por Hugo Pratt en 1967, es una figura que encarna el espíritu de aventura. Con su sombrero característico, su chaqueta marinera y su constante cigarrillo, se convirtió en un símbolo de la narrativa gráfica europea y dejó un legado que se ha mantenido vivo incluso después de la muerte de su creador en 1995, enfrentado ahora una nueva era.
Hugo Pratt imaginó a Corto Maltés como un aventurero romántico, un antihéroe en busca de libertad y significado en un mundo lleno de conflictos. Las historias de Pratt, como La balada del mar salado o Fábula de Venecia, son conocidas por mezclar acción y misticismo mientras sitúan al protagonista en un marco histórico rico y cuidadosamente investigado. Los temas de la justicia, la ambigüedad moral y la crítica a la codicia humana atraviesan las páginas de sus cómics, en los que Corto aparece como un testigo privilegiado de los eventos que moldearon el siglo XX, casi configurando un personaje secundario en el devenir de la historia.
Su iconografía, perfectamente captada por Rubén Pellejero, de trazo sencillo pero elegante, captura y evoca a ese Corto, un personaje fácilmente reconocible, cuyo rostro y figura se convirtieron en emblemas de la “bande dessinée”.

En 2015, Juan Díaz Canales y Rubén Pellejero tomaron las riendas de la saga con Bajo el sol de medianoche, un trabajo que respetaba profundamente el espíritu original de Pratt mientras ofrecía una visión fresca. Esta decisión generó gran expectación y, al mismo tiempo, no pocos desafíos: ¿cómo reinterpretar a un personaje tan icónico sin traicionar su esencia?
Díaz Canales, conocido por su obra Blacksad, es un maestro en tejer narrativas complejas con personajes memorables. En sus historias de Corto Maltés, ha mantenido la tradición de Pratt de explorar paisajes históricos y culturales ricos, mientras profundiza en las emociones y los conflictos internos del protagonista. Sin embargo, Díaz Canales no teme a modernizar sutilmente ciertos elementos, introduciendo diálogos más introspectivos y abordando temas actuales de manera velada, como el impacto del imperialismo y las tensiones sociales.
Rubén Pellejero, cuyo estilo elegante y expresivo había brillado en obras como Barcelona, Alma negra, logra en sus dibujos capturar la esencia del trazo de Pratt sin caer en la mera imitación. La línea clara que caracteriza a Corto Maltés se conserva, pero Pellejero añade una frescura y dinamismo que revitalizan la narrativa visual. Y por supuesto, el manejo del color, más refinado que en los trabajos originales, enriquece las atmósferas y paisajes, transportando al lector a los confines del mundo que Corto explora, con imágenes potentes y paisajes que capturan la esencia de un México salvaje y caluroso.
Bajo la mano de Díaz Canales y Pellejero, la iconografía de Corto Maltés ha experimentado una evolución sutil pero significativa. El marinero sigue siendo el aventurero de mirada melancólica y espíritu libre que los lectores han amado durante décadas, pero ahora sus historias tienen un matiz más contemporáneo y resonante. La colaboración de estos autores no solo honra el legado de Pratt, sino que garantiza que nuevas generaciones puedan descubrir y conectar con este personaje atemporal, encontrando regalos para el lector como que en el tomo que nos ocupa, “La Líne de la vida”, encontremos la primera portada de Corto Maltes en Europa que no sale ataviado con su ropa característica.
Díaz Canales y Pellejero han logrado devolver a Corto Maltés al lugar central que merece en el panorama de la narrativa gráfica con un profundo respeto por la obra de Hugo Pratt y un talento indiscutible. Han hecho que el marinero siga navegando por aguas desconocidas, conquistando corazones y atrayendo nuevos lectores. Corto Maltés en la esencia del viaje en sí mismo, viaje que sirve como metáfora transversal de este tomo, “La Línea de la Vida”.