¿Rodaría Chaplin otro Gran Dictador con Trump y Musk?
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El Gran Tecno-Dictador que ha decidido remedar al personaje de Chaplin y adueñarse del mundo como si fuera un solar baldío para hacer negocios tiene una doble faz, la del neofascismo filonazi que quiere conquistar nuestro fuero interno.
La codicia ha envenenado las armas, ha levantado barreras de odio, nos ha empujado hacia las miserias y las matanzas
(Chaplin, El Gran Dictador)
En fecha tan temprana como 1939 Chaplin decide rodar de su propio bolsillo “El Gran Dictador”. Esa cinta contiene secuencias inolvidables, como la del parodiado Hitler que juega con el globo terráqueo en su inmenso despacho junto a un busto de sí mismo. Estos días nos la hace recordar ese Trump que decide rebautizar al Golfo de México apropiándoselo simbólicamente y nos habla de un desolado escenario bélico describiéndolo con los ojos del fracasado promotor inmobiliario que pretendió ser en su juventud, siguiendo los pasos de su padre.
Cuando Trump mira un mapa geopolítico solo ve oportunidades de negocio. La ocurrencia de convertir a Gaza en la Costa Azul del Oriente Próximo causa estupor y es muy difícil de parodiar, porque conlleva tácitamente la expulsión de su diezmada población actual, un éxodo forzoso en toda regla que se presenta como una labor humanitaria para más inri. La vecina Canada debería integrarse de buen grado en los Estados Unidos norteamericanos, tal como Hitler anexionó al Tercer Imperio alemán su Austria natal.
Su expansionismo también tiene a Groenlandia en su punto de mira, para explotar sus ingentes recursos naturales. Poco importa que Dinamarca se niegue a vender su territorio al modo en que Napoleón vendió Luisiana o Rusia sus dominios en Alaska. Las armas podrían disuadir a la soberanía danesa, si no lo consiguiera el dinero. Entretanto una desunida Europa se dispone a incrementar sus gastos defensivos. En principio lo hacía para contentar a Trump, aunque quizá deba hacerlo para preservarse de su apetencia imperialista.
Lo malo es que una cumbre ha reunido e Madrid a líderes europeos que ven con buenos ojos al amigo americano. En esta liga se incluye la Italia de Meloni, la Hungría de Orban, la Francia de Le Pen, la España de Abascal y los neonazis alemanes que miden sus fuerzas en el próximo 23F, a los que apoya sin tapujos ese contramaestre de Trump que se llama Elon Musk. Al hombre más rico del planeta, éste se le queda pequeño y se propone conquistar el espacio comenzando con Marte, mientras desmonta desde dentro la estructura funcionarial de su propio país adoptivo.
Cuesta imaginar lo que haría Chaplin con este monstruo neofascista de dos cabezas y una legión de simpatizantes que registra un aumento exponencial por doquier. Ojalá haya cineastas que los inmortalicen para el celuloide. Contra todo pronóstico, La Casa Blanca sería una nueva Cancillería con provincianos aires de grandeza y el judío del guión original tendría que tener obviamente otra caracterización. Sin embargo, cabría recuperar íntegramente pasajes del discurso final elaborado por Chaplin, como por ejemplo este:
No os entreguéis a ésos que en realidad os desprecian, os esclavizan, reglamentan vuestras vidas y os dicen qué tenéis que hacer, qué decir y qué sentir. Os barren el cerebro, os ceban, os tratan como a ganado y como carne de cañón. No os entreguéis a estos individuos inhumanos, hombres máquina, con cerebros y corazones de máquina