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viernes. 13.06.2025

Trump y la extrema derecha global: Imperialismo, fascismo y la crisis de la izquierda

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Trump: el rostro del imperialismo renovado 

Donald Trump, lejos de ser un rupturista del sistema, encarna una versión agresiva del imperialismo estadounidense, disfrazada de nacionalismo proteccionista. Su retórica anti-establishment oculta una agenda que prioriza los intereses de las élites corporativas y geopolíticas de Estados Unidos. El trumpismo no rechaza el globalismo, sino que lo reconfigura para asegurar la hegemonía económica de empresas estadounidenses y magnates como Elon Musk. Este "globalismo imperialista" se manifiesta en políticas como el condicionamiento de la ayuda a Ucrania a cambio de explotar sus recursos minerales estratégicos, un movimiento que refleja su visión transaccional de las relaciones internacionales.

Su enfoque en Ucrania es paradigmÔtico: mientras prometía "poner fin a las guerras interminables", Trump exige ahora el control de tierras raras, litio y titanio, minerales clave para la industria tecnológica y militar, valorados en billones de dólares. Zelenski, en un acto de pragmatismo desesperado, ha accedido a negociar, priorizando la supervivencia inmediata sobre la soberanía a largo plazo. Esta dinÔmica evidencia que, mÔs que un cambio de postura, Trump aplica un imperialismo descarnado, donde la ayuda humanitaria y militar se instrumentaliza como palanca de extracción de recursos.

Nada positivo hay en la maldad intrĆ­nseca de este tipo y sionista supremacista sin escrĆŗpulos, como tampoco la hubo de Biden y otros antecesores.

La extrema derecha europea: aliados en la reconfiguración global 

Trump no actĆŗa en solitario. Su influencia cataliza el auge de la ultraderecha europea, que ha adoptado su manual de estrategia: explotar el miedo a la inmigración por hambre que los mismos intereses del sistema promueven, demonizar a las instituciones supranacionales y normalizar discursos xenófobos. Partidos como VOX en EspaƱa –tambiĆ©n el PP-, el Reagrupamiento Nacional en Francia o Alternativa para Alemania (AfD) han encontrado en Trump un modelo y un validador internacional. 

La cumbre de Madrid de febrero de 2025, organizada por los ā€œPatriotas por Europaā€, fue un escenario clave. Santiago Abascal (VOX), Marine Le Pen y Viktor OrbĆ”n elogiaron a Trump como sĆ­mbolo de una "revolución del sentido comĆŗn", promoviendo consignas como ā€œMake Europe Great Againā€ y atacando a la UE, la OMS y las polĆ­ticas migratorias sin ir a las causas y atacar a sus verdaderos responsables que son capitalistas importadores de mano de obra barata y las intervenciones militares que Occidente patrocina. OrbĆ”n incluso comparó a Abascal con un "torero" dispuesto a domar al "toro salvaje" de Bruselas, mientras Le Pen celebraba el "cambio global" que Trump representa . Este bloque no solo busca el poder nacional, sino redefinir el orden internacional bajo una lógica autoritaria y excluyente, alineada con los intereses geopolĆ­ticos de Washington.

USAID y la militarización de la polĆ­tica exterior 

La istración Trump ha profundizado el carĆ”cter depredador de la polĆ­tica exterior estadounidense. Si bien organizaciones como USAID históricamente han servido a intereses estratĆ©gicos —incluyendo injerencias en golpes de Estado y ā€œrevolucionesā€ de color—, Trump ha optado por desmantelar incluso esta fachada "humanitaria". En 2025, impulsó la absorción de USAID por el Departamento de Estado, calificĆ”ndola de "organización criminal" y priorizando una agenda puramente transaccional. Este movimiento no solo reduce la capacidad de ā€œasistencia globalā€, sino que refuerza el uso del ejĆ©rcito y las amenazas económicas como herramientas de coerción, tal como se observa en Ucrania y en su enfoque hacia China.

El fracaso de la izquierda y el espejismo del "wokeā€ 

La consolidación de Trump y la ultraderecha no puede entenderse sin la crisis de la izquierda. En Europa, la ausencia de una alternativa de clase ha dejado un vacĆ­o que llenan movimientos fascistas. El llamado "progresismo woke", centrado en luchas identitarias desconectadas de la realidad material y cientĆ­fica, ha fracasado en ofrecer respuestas a la precariedad laboral, la desigualdad, la pobreza y el colapso climĆ”tico. Como seƱala un anĆ”lisis de ā€œExpansiónā€, la ultraderecha capitaliza el descontento generado por dĆ©cadas de neoliberalismo, mientras la izquierda liberal se alinea con instituciones como la OTAN y la UE, percibidas como lo que son, cómplices de la austeridad.

Hacia una izquierda antiimperialista y de clase 

Frente a este escenario, urgen dos tareas: 

1. Desenmascarar el fascismo como proyecto de clase: El fascismo no es un accidente histórico, sino una herramienta de la burguesĆ­a para destruir sindicatos, reprimir disidencias y garantizar la acumulación capitalista. Los brutos que lo encarnaron en los aƱos veinte y treinta del siglo pasado –incultos sin altura intelectual, a pesar de algunos antecedentes teóricos basados en el idealismo nacionalista y racista- y quienes hoy lo encarnan —desde Trump hasta Abascal— son ejecutores de un programa económico que beneficia a las Ć©lites . 

2. Reactivar la lucha de clases: La izquierda debe trascender el liberalismo "progresista" y reconstruirse desde las bases, articulando demandas concretas —vivienda, salud, salarios dignos— y confrontando tanto al neoliberalismo como al imperialismo. Un "soberanismo socialista", como proponemos cada vez mĆ”s personas, que priorice alianzas internacionales antiimperialistas y la democratización económica.

La hora de la resistencia y de la organización 

Trump no es una anomalía, sino la expresión de un sistema en crisis. Su alianza con la ultraderecha global y su voracidad imperialista exigen una respuesta coordinada. La izquierda debe abandonar el callejón sin salida del identitarismo y recuperar su raigambre popular. Como enseñó el siglo XX, solo la unidad obrera y la claridad ideológica pueden frenar el fascismo. El tiempo apremia: o se construye una alternativa desde abajo, o el futuro serÔ escrito por los mismos que hoy saquean Ucrania y celebran la "Reconquista" en Madrid. Los fracasados con la mística woke no nos sirven.

Trump y la extrema derecha global: Imperialismo, fascismo y la crisis de la izquierda