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miércoles. 28.05.2025

La furia: "que te violen no sirve para nada"

La furia acierta en la apuesta por pegarse a su protagonista y abrirla en canal.
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Aleix Sales | @Aleix_Sales

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En La furia, el teatro sirve como empujón a la protagonista, Álex, para exorcizarse y liberar parte del batiburrillo emocional que lleva cargando dentro desde que, fortuitamente, un conocido la violara en una fiesta entre amigos. La directora Gemma Blasco fue también víctima de una agresión a los 18 años y, si bien ha comentado que no se trata de un film terapéutico, también podría ser el arte, en este caso el cine, un portentoso vehículo de expresión para canalizar su experiencia convenientemente filtrada por la ficción y, a su manera, vengarse por lo sufrido.

La representación de la violencia en el plano visual ha sido siempre fruto de controversia al poner en jaque la cuestión de la moralidad de lo que se explicita o no. Blasco opta por la visceralidad dentro de la cotidianeidad para reforzar la turbiedad y asco que empaña la situación. Es decir, filma sangre, fluidos y entrañas, pero dentro de un contexto absolutamente ordinario, como por ejemplo en la menstruación o en el sacar las tripas de los animales cazados, siendo lo más agresivo que vemos explícitamente. Pero, en el momento de plasmar la violación, Blasco apaga las luces y lo fía todo a una pantalla en negro y un sonido ambiente inquietante, siendo cuidadosa en la representación de un acto tan crudo, en contraposición a otros retratos mucho más tajantes como el de Gaspar Noé en Irreversible (2002), pero igualmente inmersivos. Lo más violento no se ve y apenas dura unos segundos, pero la huella que deja es profunda y la reminiscencia constante.

La propuesta de la cineasta catalana incurre en algunos momentos en el cine naturalista propio del país que lleva ya años discurriendo por las pantallas, pero rápidamente se desmarca al apostar por, como decíamos, una puesta en escena que agudiza los sentidos desde el sonido, una cámara íntima y ágil en el movimiento, y una fotografía que abraza por momentos un barroquismo de neones propio de nombres como el citado Noé, jugando con una cierta distorsión de la percepción de la realidad fruto del aturdimiento psicológico. A este desconcierto contribuye, también, una estructura montada a través de flashbacks y un astuto uso de la elipsis con los que enfatizar la sensación de extrañeza y el malestar.

La furia acierta en la apuesta por pegarse a su protagonista y abrirla en canal

La furia acierta en la apuesta por pegarse a su protagonista y abrirla en canal, para la cual tiene como cómplice a una bestial e imperiosa Ángela Cervantes, poniendo cara, cuerpo, vulnerabilidad y fortaleza a esta chica cuya vivencia es, desgraciadamente, demasiado habitual en la sociedad. Sin ella, gran parte del efecto que logra el film se desvanecería. Sustancialmente sugestivo es el retrato de la relación de Álex y su hermano, Adrián -convincentemente encarnado por Álex Monner-, en el que, en un espíritu protector malentendido, se personifica una masculinidad muy tóxica y feroz, permitiendo también introducir esa mirada culpabilizadora hacia la víctima, sugiriendo que la responsabilidad del suceso recae en sus provocaciones o descuidos por “ir demasiado pasada”. Un buen apunte con el que ampliar esa intención de abordar más de forma poliédrica su temática sin desviarse de las necesidades de la ficción.

Donde chirría un poco más en la alegoría de la trama principal con la historia de Medea de Eurípides, ya que no termina de armonizarse del todo y es el tramo en el que se escapan más cabos, aunque la intención de equiparar la tragedia de una mujer contemporánea y una de la Grecia clásica resulta bien clara. La furia empieza fuerte y termina alto, pese a que su desenlace peca un tanto de exagerado -poseído por la grandilocuencia del drama clásico- pero, a diferencia de muchas piezas pretéritas, no busca para nada un juicio moralizante a sus personajes, si no capturar sin concesiones un delito atroz -que, como bien dice la protagonista, “no sirve absolutamente de nada”- y las secuelas de este en un entorno. Luego, pasa el testigo al público para que sea él quien tome una posición, una vez haya sacado todo el aire que ha contenido durante el tiempo que ha pasado con Álex.

La furia: "que te violen no sirve para nada"