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viernes. 30.05.2025
DOCUMENTAL

'Salvaxe, salvaxe': en compañía de lobos

Biznaga de Plata al mejor documental en la edición número veintisiete del Festival de Cine de Málaga.
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Francisco Nieto | 

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Llega a nuestra cartelera (es un decir, porque la triste realidad es la de que lo estrenan muy pocos cines) un documental que viene avalado con la vitola de haber conseguido la Biznaga de Plata al mejor documental en la edición número veintisiete del Festival de Cine de Málaga. En aquella ocasión se destacó el hecho de que en Salvaxe, salvaxe se repensara “la categoría de Salvaje desde nuestro apocalipsis climático, reinventando una sensibilidad híbrida donde ojo y oido se vuelven medio animal medio humano medio técnico”. También el que a partir de su visionado se nos “invite a reeducar nuestra capacidad de asombro, ternura y conciencia interespecie”.

Un año ha tardado en estrenarse y a Dios gracias, porque este tipo de propuestas tan radicales y marginales rara vez encuentran acomodo en las saturadas salas de cine de nuestro país. Si al menos después de su estreno tuvieran un recorrido paralelo o se editaran rápidamente en formato físico podría llegar a mucho más público, pero exceptuando algún que otro festival donde se proyecte y si es posible algún pase televisivo o plataforma que la incluya en su catálogo la película acaba desapareciendo del mapa. 

Eso sí, se reeditan hasta la saciedad series como El hombre y la Tierra del naturalista Félix Rodríguez de la Fuente, que si bien fue clave para que algunas generaciones se acercaran a la flora y la fauna de este planeta, con alusión especial a ese capítulo mítico número cincuenta y cinco dedicado precisamente a el lobo, con el tiempo se destapó que muchas de sus imágenes eran fruto de ciertos trucos provocados. De eso aquí ni rastro, ni trampa ni cartón. Realidad pura y dura.

Y es una pena, al menos en lo que respecta a este magnífico y a la vez atípico documento que no debería pasar desapercibido para nadie. Si se lee la sinopsis ya observamos la advertencia de que se trata de un anti-documental. ¿Por qué? Pues porque su estructura y desarrollo argumental difiere bastante de lo que estamos acostumbrados en este tipo de trabajos sobre la naturaleza. Aquí casi no se habla, y se da importancia suprema al sonido directo. Si la protagonista es la madre naturaleza, pues dejemos que sea ella la que nos cuente la historia mientras que nosotros callamos, que no hacemos más que molestar. Las explicaciones teóricas vienen sobreimpresas en la pantalla, mientras atendemos atónitos a un espectáculo digno de contemplar sin pestañear ni un instante. 

La labor de investigación acometida por el equipo protagonista se muestra sobre el terreno, sin entrevista alguna a ninguna cabeza parlante ni explicación somera que intente hacer más mascullable lo que vemos en pantalla. Se trata de alcanzar la pureza de la imagen y eso tan solo se consigue desnudándola de cualquier elemento superfluo que pudiera llegar a alterarla. La forma que tienen de rastrear los lobos no es invasiva: peinan a pie los bosques en su busca y registran y contabilizan los indicios de su presencia allí por donde pasan. 

Es lo que se conoce como georeferenciar: caminan mirando el suelo, recogen las heces entre las plantas y sobre ellas; distinguen las huellas o rascaduras en los cruces de caminos y se utilizan las conocidas como cámaras de fototrampeo, ocultas entre los arbustos y que se activan al detectar movimiento. No me negaran que se trata de un tema harto fascinante. 

Particularmente, sorprende el planteamiento a contracorriente donde los protagonistas del documental, las manadas de lobos sujetas a estudio, nos son presentadas como víctimas de las circunstancias actuales y no como verdugos, algo que desde luego no suele ser muy habitual. Sin ir más lejos, hace poco llegaba a las pantallas otro documental sobre naturaleza ibérica titulado Los últimos pastores, y estos mismos ganaderos postreros se echaban las manos a la cabeza de los destrozos provocados por los lobos en su rebaño.

Y por esas casualidades de la vida, resulta que hace tan solo unos pocos días el Congreso ha abierto la veda para apresar al lobo tras cuatro años de protección especial, dado que las denuncias por incidentes se han disparado pese a que el aumento de la población de cánidos tan solo ha sido de un once por ciento en la última década. Se puede deducir de esta decisión que se ha hecho caso de los bulos, ya que según los entendidos en la materia, no ha habido ni debate público ni informe científico actualizado que respalde dicha medida.

Ante esta situación digamos de acoso y derribo del lobo, no viene nada mal escuchar la postura de quienes defienden que éste juega un papel ecológico insustituible y es vital para conservar la naturaleza y su equilibrio. Atendiendo a ambas posturas podremos sacar nuestras propias conclusiones, y las argüidas por los hacedores del documental la verdad es que son de bastante peso. Ellos nos van a enseñar los lugares donde muchos de ellos aparecieron muertos o malheridos y nos van a demostrar con pruebas más que fehacientes que el lobo ibérico es un aliado silencioso que trabaja para mantener la salud de los ecosistemas en los que habita. 

'Salvaxe, salvaxe': en compañía de lobos