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Torres-Remírez | @jostorresremrez
La semana pasada nos dejó Alejandra Darín, actriz teatro, pero, ante todo, una mujer comprometida con sus ideas. Es cierto que en este lado del Atlántico no la conocemos tanto como nos gustaría, pero aún podemos disfrutarla en una película, fácil de conseguir en DVD pero que no está en plataformas, como es “Un minuto de silencio” del 2006 junto a un estupendo Eduardo Blanco.
Alejandra no sólo era actriz, sino que era hija de actores, hermana de actores y madre de actores Su familia y amigos estaban en el mundo de la actuación y eso le llevó a preocuparse por la situación del gremio dentro de Argentina. En 2011, su espíritu comprometido le llevó a postularse para ser la presidente de la Asociación Argentina de Actores y Actrices, puesto que logró y que mantuvo hasta el final de sus días.
No sólo era una mujer que se alegrara de los logros de su hermano, sino que la vida le permitió trabajar en el teatro junto a su hija, la también actriz Antonia Bengoechea, una mujer que, como su madre y su tío, dará mucho que hablar en la actuación argentina
Su lucha desde el sindicato tuvo siempre un bando, el de los actores. Pensaba siempre en los suyos y sabía defenderlos a capa y espada; aunque ello provocara polémicas. No le importaba. Tenía sus ideales y luchaba por ellos, algo que ahora escasea entre la gente. Aunque su labor como presidente se vio empañada por sus opiniones políticas. Alejandra creía que toda persona, desde el argentino más anónimo hasta el actor más popular, debía poder dar su opinión y no ser odiado o censurado por ello, y ella daba su opinión libremente. Una opinión que agradaba a algunos y molestaba a otros. Sin embargo, siempre daba su opinión como Alejandra Darín, nunca como presidenta de la Asociación de Actores Argentinos, evitando así que el cargo quedara empañado. Diferenciaba muy bien su labor dentro del sindicato de sus opiniones personales.
Alejandra también estuvo en los medios por las polémicas generadas por periódicos y televisiones sobre enfrentamientos cainitas con su hermano Ricardo; siendo sólo exageraciones para vender más ejemplares, aumentar la audiencia o generar reacciones en redes sociales. Un hermano es siempre un hermano, y quien los tiene, lo sabe. Pueden ser los hermanos personas odiosas, hacerte rabiar hasta más no poder o tener opiniones totalmente contrarias a ti, pero siempre serán tus hermanos. Las personas a las que más quieres en esta vida, ya que has generado unos vínculos que nadie jamás conseguirá tener. Tus hermanos son las personas a las que abrazas con más cariños cuando se está en una situación de tristeza. Son aquellos que con una mirada saben si estás bien o no; y son los mismos que sin una sola palabra pueden hacernos reír. Eso es un hermano. Por muy cabreado que puedas estar con un hermano, te alegras de sus logros y sufres con sus derrotas. Alejandra y Ricardo eran hermanos. Ella siempre se alegró por duplicado de los logros de Ricardo. Primero como presidente de la Asociación de Actores Argentinos, ya que cualquier reconocimiento a Ricardo fuera de Argentina era un mérito para todos los actores del país y provocaba que más gente volviera la cabeza hacia un país que puede volver a ser el abanderado del cine en español como lo fue antaño. Y después se alegraba como hermana, porque ¿qué hermano no se alegraría de los logros de su sangre?
Su lucha desde el sindicato tuvo siempre un bando, el de los actores. Pensaba siempre en los suyos y sabía defenderlos a capa y espada; aunque ello provocara polémicas
Y no sólo era una mujer que se alegrara de los logros de su hermano, sino que la vida le permitió trabajar en el teatro junto a su hija, la también actriz Antonia Bengoechea, una mujer que, como su madre y su tío, dará mucho que hablar en la actuación argentina. Este trabajo le llegó a Alejandra en el momento propicio, en el 2018, año en el que sufrió la perdida de su madre. No hay mejor manera de superar el duelo que estando en familia. O como en este caso, trabajando con su hija en donde su madre tenía el corazón puesto, el teatro.
Más allá de su labor en la actuación, tras el fallecimiento de Alejandra Darín, Cristina Fernández, presidenta de Argentina del 2007 al 2015, ha sido una de las personalidades de la política argentina que ha salido a dar el pésame público por el fallecimiento de la actriz, lo cual ha supuesto otro motivo para la discordia. Algo que en estos momentos está de más. Ha muerto una actriz comprometida con unas ideas, y es normal que personas que comparten dichos ideales sientan más la muerte de Alejandra que aquellos que no las comparten. Es normal que aquellos que siempre han sido apoyados por Alejandra, como Cristina Fernández, se apenen más de su muerte que aquellos a los que siempre atacaba como el Gobierno de Javier Milei. Pero repito, eso, ahora, está demás.
Alejandra Darín era una mujer con fuertes convicciones, una voz que resonaba en Argentina y una actriz que amaba lo que hacía.