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Hay una el mundo digital. Hay una guerra en Ucrania por tierras, sin embargo, su presidente está dispuesto a cederle las tierras raras al amigo americano sin guerra, sin tiroteos, sólo a cambio de que no de demasiadas prerrogativas al agente del KGB. Putin y Trump siempre se cayeron bien, son de la misma cuerda, no saben distinguir entre valor y precio, pero iran la fuerza, la ley del más fuerte, del grosero, del maleducado, del cruel, del abusón. La diplomacia, el diálogo, el respeto a los acuerdos, la comprensión, la cesión, el reconocimiento del error son muestras de debilidad, cosa de mariquitas, de hombres de poca monta incapaces de tomar las resoluciones que cada momento exige. Son ya muchos años, muchas décadas de gobiernos débiles, vuelve el hombre, con todos sus atributos, como si el tiempo no hubiese pasado, como si todavía luciésemos mentón prominente, arco superciliar y cresta craneal. A menudo damos demasiada importancia al tiempo cuando el tiempo es una construcción humana que sólo sirve para asustar viejos. Es la eternidad lo que de verdad imprime carácter, y ese es el mundo que vamos a construir, un mundo regido por leyes físicas, por leyes inmutables que premiarán al fuerte y castigarán al desviado.
No quieren el grano, no van a por el cereal, quieren las tierras raras, las que producen minerales apropiados para el mundo digital
Habla Jane Fonda, tan hermosa como siempre a sus ochenta y tantos, la misma mirada limpia y transparente de su padre, la misma fuerza para decirnos a todos que eso que los bárbaros llaman cultura “woke” es lo mejor que ha creado nuestra civilización, en la preocupación por los más desfavorecidos, la búsqueda de la justicia, la lucha por la libertad de todos los seres humanos y su capacidad para ser fraternales, para ponerse en el lugar de los otros y hacer lo posible por mejorar sus condiciones de vida. Que no somos bestias, que hace mucho tiempo que dejamos de serlo pese a que de vez en cuando, de tanto en tanto, conforme el nivel de ignorancia llega a colmar el vaso y explota como si de un volcán se tratara, seamos capaces de cometer las mayores brutalidades que se puedan imaginar. Fonda representa esa parte mínima de Estados Unidos que siempre estuvo del lado de los oprimidos, del lado de los derechos civiles, de los derechos humanos, de la justicia social. Una minoría que durante los años sesenta y parte de los setenta tuvo cierto predicamento, notoriedad, pero que la llegada de Reagan al poder apagó con la eficacia de los huracanas para con las velas. Llevan desde siempre afilando los cuchillos, sin oír a nadie, sin saber nada del exterior, acumulando odio a un enemigo que siempre viene de fuera, Reagan les dio rango de patriotas, ahora son los únicos patriotas y han creído que el mundo, que desconocen, es sólo suyo, que el Derecho Internacional, no existe más allá de Colorado, que Europa no puede seguir marcando el rumbo del mundo con sus disposiciones y reglamentos sin tener las bombas necesarias para ello. Es lo que llaman el “Efecto Bruselas”, las normas sobre producción e intercambios que elabora la Unión Europea, normas que han de ser cumplidas por todos aquellos que quieran comerciar con ella, normas que al influyen mucho más sobre el comercio mundial, sobre la forma de fabricar, de producir que las ochocientas bases militares de Estados Unidos y sus cientos de miles de soldados repartidos por todo el mundo. ¿De qué se trata? De acabar con el “Efecto Bruselas”, de ahogar a Europa, de limitar su capacidad normativa, de someterla al imperio de la sumisión, es decir, a desaparecer, quedando, eso sí, como un magnífico museo a disposición de los más ricos, su parque temático, eso sí nos portamos bien.
Entre tanto, mientras la andanada de Homo Sapiens, su sustitución por una especie de homínido mucho más atrasada, el Homo Cabronus, cuyo principal atributo no sería la inteligencia ni la capacidad de aprender, sino la de hacer daño, la de destruir, la de humillar.