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domingo. 25.05.2025
TRIBUNA GEOPOLÍTICA

2025: adiós a la hipocresía en el amanecer de una nueva era político-social del triunvirato Trump-Musk-Putin

Este adiós a una hipocresía que reconocía indirectamente valores morales y jurídicos augura un horizonte poco amable para los colectivos más desfavorecidos.

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Con su lucidez habitual Fernando Vallespín despedía el año 2024 con un adiós a la hipocresía, que califica como una peligrosa perdida. Coincido en que vamos a echar de menos esa habilidad social tan consolidada durante siglos. Quién hubiera dicho hace nada que tendríamos nostalgia de algo en principio tan censurable como la hipocresía. Pero así son las cosas. Por supuesto, el poder siempre ha solido hacer de su capa un sayo, imponiendo el sentido de la justicia que Platón hace mantener al sofista Trásimaco: la ley del más fuerte. La diferencia es que se intentaba guardar las apariencias y con ese disimulo se reconocían implícitamente las normas quebrantadas. Al menos eso es lo que argumenta Kant en su delicioso ensayo Hacia la paz perpetua

A la vista de la maldad humana que se deja contemplar al desnudo en la franca relación de los pueblos, resulta desde el luego harto irable que no se haya desterrado de la jerga bélico-política el término derecho y que ningún Estado se aventure a explicitar abiertamente una opinión desfavorable a ese destierro, de suerte que Grocio, Pufendorf u otros por el estilo siguen siendo candorosamente citados -triste consuelo- para justificar una agresión bélica, aunque sus tratados filosóficos o diplomáticos no tengan ni puedan tener la menor fuerza legal, dado que los Estados no se hallan como tales bajo una coacción externa comunitaria, ni tampoco hay un solo ejemplo de que un Estado cambie sus planes en función de testimonios aportados por autores tan notables. Este homenaje que todo Estado tributa al concepto de derecho, al menos de palabra, demuestra con todo que cabe hallar en el ser humano, aunque por ahora esté adormecida, una disposición moral más insigne para doblegar a su innegable. Maldad (ZeF VIII 356).

Estas líneas fueron escritas en 1795 y sería interesante saber qué pensaría Kant al respecto a la vista del panorama político internacional. Tenemos varias declaraciones relativas a derechos humanos universales y convenios que pretender regular incluso los conflictos bélicos para no deshumanizar por completo las guerras, pero todo ello se pisotea sin complejos ni restricciones desde las propias instituciones dedicadas a su custodia. Las organizaciones internacionales inspirada por esa confederación cosmopolita que propuso Kant asisten inermes a una implacable desautorización sin ambages. Ni siquiera se libran del insulto sus altos representantes, que son tildados de traidores a una u otra causa, cuando se permiten hacer la más teve observación sobre los abusos del poderío militar que arrasa poblaciones civiles con patente de corso. Lo políticamente correcto ha dado una vuelta de tuerca y ahora no se recurre a enojosos eufemismos para pintar la realidad con otros colores, porque sencillamente lo real queda suplantado por las consignas de quienes manejan el cotarro.

En esta nueva era política la hipocresía y el disimulo diplomático ya no pintan absolutamente nada. Cabe proferir sin pestañear ni sonrojarse las mayores barbaridades o cometer con total impunidad todo tipo de aberraciones morales

La denominada “derechita cobarde” ha desaparecido del mapa y en su lugar comparece un aguerrido pensamiento reaccionario con pretensiones hegemónicas que sabe optimizar sus maquinarias de propaganda. Los bulos conquistan el espacio público arrinconando a las evidencias. Vivimos en una realidad paralela que nos alela y nos hace creer en unos hechos alternativos que ni siquiera existen más allá de las patrañas donde se sustentan. Ahora toca demostrar la propia inocencia, en lugar de que se deban aportar pruebas para justificar la culpabilidad. Se homologan delitos e infamias en un clima de gran indefensión jurídica. Los tribunales internacionales dictan sus órdenes de búsqueda y captura para quienes no reconocen su jurisdicción. El modelo a seguir son lo que se ha dado en llamar influyentes. Gente que amasa fortunas por hacer el indio en las redes.

Con 2025 arranca una nueva era geopolítica marcada por el segundo mandato presidencial de Trump. En esta ocasión cuenta con un socio aún más estrafalario llamado Elon Musk. El tipo más rico del mundo, cuyo nombre debería sustituir al de Craso en la película Megalópolis. Como ya no sabe qué hacer con su dinero y debe aburrirse muchísimo, ahora se divierte poniendo y quitando reyes. A él se debe buena parte del triunfo de su amigo Trump. Murdoch le alzó la primera vez, pero ahora los medios de comunicación tradicionales no llegan a una juventud que prefiere las nuevas tecnologías. Por eso Musk se compró Twitter convirtiéndolo en una enigmática X de la que, dicho sea de paso, está verificándose una significativa migración hacia Blusky

Un mentiroso compulsivo que no sabe distinguir las mentiras de la realidad solo podía escoger el término “verdad”. La suya, la única que debe prevalecer entre quienes decidan suscribir sus engaños

Hay un paralelismo que no me resisto a constatar. El diario más popular de la Unión Soviética se llamaba Pravda, o sea Verdad. Un rótulo ideal para esa época estalinista donde se borraba de las fotos a los correligionarios caídos en desgracias y se modificaban los artículos de su enciclopedia, tal como relata Orwell en 1984. Es muy curioso, aunque no sea para sorprendente, la denominación que Trump ha escogido para su propia red social. ¿No lo adivinan? Claro que sí. Es Truth. Dime de qué presumes y te diré quién eres o aquello de lo que careces. 

Un mentiroso compulsivo que no sabe distinguir las mentiras de la realidad solo podía escoger el término “verdad”. La suya, la única que debe prevalecer entre quienes decidan suscribir sus engaños envueltos en fórmulas mágicas para disolver los problemas como por ensalmo. Toca engrandecer Norteamérica comprándole a Dinamarca su Groenlandia pese a no estar en venta o anexionándose nada menos que a Canadá, tal como en su día se anexionó al Tercer Reich Austria, no dejando de invadir el Canal de Panamá si no rebajan los peajes al gusto del mandamás estadounidense. ¿Bravatas de un bravucón que nunca se cumplirán? Ya lo veremos.

Por de pronto, Putin se verá comprendido en su invasión de parte del territorio ucraniano, donde ha contado con soldados norcoreanos internacionalizando el conflicto dentro del propio campo de batalla. También se verá respaldado en sus relaciones con gobiernos europeos que son antieuropeístas. Musk está haciendo campaña por el partido neonazi Alternativa para Alemania y habrá que ver los resultados de las elecciones alemanas convocadas para el próximo 23F. Una Unión Europea debilitada política y económicamente parece gustarle mucho al triangulo que forma el tándem Trump-Musk con Putin. Al fin y al cabo, entre oligarcas anda el juego. Los grandes magnates económicos ya no se contentan con influir en los gobiernos y los medios de comunicación, sino que sencillamente los controlas e integran. 

Una Unión Europea debilitada política y económicamente parece gustarle mucho al triangulo que forma el tándem Trump-Musk con Putin. Al fin y al cabo, entre oligarcas anda el juego

En este turbulento paisaje la mirada se vuelve hacia el gigante asiático. Esa China que va colonizando discretamente vastos territorios con sus inversiones económicas y asienta por doquier las bases militares de su poderoso ejército. Pero tampoco cabe olvidarse del país más populoso del mundo, es India que cualquier día podría dar más de una sorpresa. El Viejo Continente parece condenado a la irrelevancia y el eurocentrismo es algo del pasado.

En esta nueva era política la hipocresía y el disimulo diplomático ya no pintan absolutamente nada. Cabe proferir sin pestañear ni sonrojarse las mayores barbaridades o cometer con total impunidad todo tipo de aberraciones morales. La ética se ha convertido en una herramienta comercial y el derecho es algo de lo que burlarse con saña. En los Estados Unidos de Norteamérica se suspenden las causas judiciales al ser elegido presidente, aboliéndose con ello fácticamente la separación de poderes, como si las urnas pudieran exonerarte de rendir cuentas a la justicia.

Este adiós a una hipocresía que reconocía indirectamente valores morales y jurídicos augura un horizonte poco amable para los colectivos más desfavorecidos. La esfera pública se verá convertida en una macroempresa privada y los ideales de la a res publica no pueden sobrevivir mucho tiempo bajo esa metamorfosis. Apostar por la productividad instantánea como matriz de las instituciones públicas es condenarlas al fracaso, porque su papel es moderar la depredación mercantilista y velar por servicios básicos para permitir una pacífica convivencia social. Esto no puede darse bajo la lógica del ganador contra los perdedores. La nuda competetivivdad no puede reemplazar a esa cooperación que hizo evolucionar a nuestra especie. Sin la solidaridad y la emnpatía sencillamente perderemos los mejores rasgos de nuestra humanidad. 

Para más inri, todavía no vemos con claridad los impactos que puede tener a muy corto plazo las disrupciones de la Inteligencia Artificial. Cuanquier intento de regular su meteórica expansión se verá cortocicuigtado por los intereses económicos de su explotación y aplicación a los más diversos ámbitos. A nivel indiovidual nos veremos tentados por utilizar unas aplicaciones que presuntamente servirían para hacernos más cómoda la existencia. Pero falta saber en que nos convertiremos al ir delegando en este sofisticado ingenio mayores cuotas de nuestras humanas facultades. 

¿Qué será de nuestra memoria e imaginación, de nuestra capacidad para calcular o de nuestra inventiva? ¿Seguiremos escribiendo y cultivando las artes? ¿Continuaremos filmando películas, componiendo música o pintando cuadros? ¿Acaso sabremos tan siquiera jugar? ¿Resolveremos nuestros dilemas éticos pensando por nuestra cuenta y forjándonos nuestros propios criterios con arreglo a las circunstancias? ¿Podremos dejar de obedecer mandatos que nos resulten absurdos y contraproducentes? 

2025: adiós a la hipocresía en el amanecer de una nueva era político-social del...