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Resulta indisimulable; el impacto de las Nuevas Tecnologías de Información y comunicación (NITC) en todos nuestros ámbitos de la vida hace de ello reflexiones varias de un complejo y borroso devenir. En línea a esa complejidad el físico Wagensberg (2014) nos vino a plantear que, para entender, para llegar al conocimiento de manera integral sería necesario beber de la hibridación metodológica, tanto de los lenguajes como de las ciencias. De alguna manera, entiendo que lo necesario aquí es compartir, conversar. En definitiva; “saber escuchar, saber responder” que tan bien expresó a mediados del XVII Rochefoucauld. Y la mirada crítica como necesidad.
El posthumanismo como paradigma a contemplar e interpretar afronta los avances tecnológicos ya no como un reto, sino una realidad y la transdisciplinariedad surge como elementos indispensable
En 1977, el filósofo Ihab Hassan introdujo el concepto posthumano, en referencia a una nueva cultura y por ende formas de vida y existencia. Y de manera implícita se nos planteó, el tener que pensar, y relacionar la tecnología con la naturaleza humana y con la consiguiente reflexión final de pensar “un ser humano nuevo” y que nos sitúa frente al hecho básico de plantearnos de nuevo de la condición humana. Pensadores como Sloterdijk (2000), Braidotti (2015) o Berardi (2017), nos dan algunas pistas al respecto y es que ante la incertidumbre en la que nos desenvolvemos nos faltan herramientas, para pensar sobre herramientas (interesante juego de palabras). Fue Nietzsche (1882) quien nos afirmó: “Dios ha muerto” con el objetivo claro de crear en el ser humano la imperiosa necesidad de responsabilizarse de sus actos. Bien; ahora nos enfrentamos ante otra muerte, la del propio ser humano.
Esa y no otra es la cuestión, de qué manera enfrentarnos, responsabilizarnos, organizarnos y sobre todo entender una sociedad en la que tecnología, el desarrollo tecnológico se ha implementado de tal manera que no somos capaces de digerirlo y sobre todo de imbricarnos en y con ella. Y que nos obliga a preguntarnos… ¿Criticar, recelar, incluso…eludir o es la solución? Pepperell, en 1995, publicó un Manifiesto Posthumanista donde se afirmaba: “Ya es claro que los humanos hemos dejado de ser las 'cosas' más importantes del universo…”. Ya antes y en relación, Gehlen (1940) definió al ser humano conceptualizando bajo la máxima de un “Ser desvalido”.
Ciertamente nos hallamos ante el constatable hecho de que la técnica suple y sustituye las limitaciones humanas, para producir el ambiente artificial, sí fuese necesario, que necesitemos. Y es aquí donde la transdisciplinariedad ejerce o debiera ejercer un enfoque que trasciende las fronteras tradicionales de las disciplinas para abordar y enfrentarse a la realidad (léase realidades y para-realidades) de manera holística. Y esto es crucial, ante todo, ya no para comprender, sino responder a los desafíos de una sociedad donde la ciencia y ante todo la tecnología ha transformado la existencia y experiencia humana. Ya nada volverá a ser lo que era ni la realidad ni la sensación-precepción de esta.
Y que nos redirige a tener que hablar de sus implicaciones fenomenológicas en clave pedagógica. Vengo a plantear que el papel de las tecnologías en la vida social, personal y cultural debe ser observado, estudiado, desde ejemplos empíricos concretos y con una suficiencia de pluralidad de las tecnológicas, es decir; poder poner en relación la interconexión con toda la materia; una fenomenología modificada o, mejor dicho, híbrida que incorpora aspectos del pragmatismo y se centre en los fenómenos de la tecnociencia. Sería una aplicabilidad de las tecnologías desde la transversalidad, de lo cual se infiere un diálogo entre saberes más allá de lo que la disciplina ha intentado demostrar ¿un meta-saber? Sí.
Un meta-saber que va más allá de la verdad dogmática y donde se muestra géneros como la ficción especulativa y/o la ciencia ficción capaz de generar puentes hacia campos tan diversos como la ecocrítica, la justicia transnacional, la igualdad racial, el cambio climático o el afro-futurismo y su ulterior entroncamiento con los imperativos económicos y/o la discriminación. Sirva de acicate la conversación entre Reichenbach (miembro del círculo de Viena) y Einstein: “Cuando yo –dice Reichenbach–, en cierta ocasión, le pregunté al profesor Einstein cómo encontró la teoría de la relatividad, él me respondió que la encontró porque estaba muy fuertemente convencido de la armonía del universo” [1]. En definitiva… “Aspectos integrados de la realidad” una transdisciplina o mejor dicho transdisciplinariedad. La tan manida frase de Polanyi (1966) “El todo en las partes y las partes en función del todo” y que vendría recoger lo aquí pretendido; la comprensión se obtendría a través de la interacción entre la percepción de detalles (“la parte”) y la inmediatez de un significado global (“el todo”).
En pocas palabras y a modo de cierre, el posthumanismo como paradigma a contemplar e interpretar afronta los avances tecnológicos ya no como un reto, sino una realidad y la transdisciplinariedad surge como elementos indispensable, que cruza a todas las disciplinas, de eso se trataría de un nuevo estado de obtención del conocimiento que pasaría por un lenguaje plural que va más allá de sujeto-objeto en contraposición tendríamos que hablar de saberes y el lenguaje como producto de hibridación (interacción entre diferentes entidades) y un conocimiento que parte de la experiencia del sujeto en el que el educando se convierte en el coordinador de su propio aprendizaje, la clave, el querer aprender, el contenido a crear en y desde sus propias y subjetivas motivaciones.
Aspectos relacionados con las emociones por ser un profesional que interactúa en forma directa con los estudiantes, conocedor de sus problemas de conductas, rendimiento académico, deserción escolar, sus conflictos en el ámbito familiar, personal y emocional, además, de ser agente de cambio para el desarrollo de su personalidad, de sus potencialidades y de motivar su proyecto de vida.
La propia neurociencia, como nueva ciencia, va en línea, de hecho, con posturas como las de Tarjat (2010), Metzinger (2018) o Solms (2022) y antes Bernard Baars (1988) o Antonio Damasio (1994). Convienen en que los propios aspectos relacionados con las emociones, las cuales interactúan en los propios aprendizajes y en la propia toma de decisiones y/o motivaciones de ese aprendizaje. Lo que desde siempre nos dijo el bueno de Foucault (1975) en La verdad y las formas jurídicas: “La verdad se construye” y el que tiene el poder… CONSTRUYE. Pero no me cabe la menor duda a pesar de Foucault, las cuestiones tratadas aquí, pueden traer prosperidad, contribuir a la calidad de vida, y ayudar a alcanzar los ideales morales y los objetivos socioeconómicos globales. Ahora bien; sólo será posible, si estas tecnologías se diseñan y se implementan de forma sensata, justa, equitativa, democrática y globalizada. ¿Estaremos dispuestas/os?
[1] En Rogers, C. R. (1980), A way of being: the latest thinking on a person-centered approach to life.Boston: Houghton. Pág. 238.