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lunes. 09.06.2025
HISTORIA POLÍTICA DE ESPAÑA

Las alternativas políticas y la crisis del sistema en 1920

Este gobierno que fue constituido desde agosto del año 1921 duró hasta marzo de 1922 y sirvió para resolver las urgencias más inmediatas debidas al fracaso de Marruecos.

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Antonio Maura que, daba la sensación de esta forma de haber sido capaz de superar el desprestigio que le había ocasionado el gobierno derechista del año 1919. 

Formaron parte de este nuevo gobierno todos los grupos políticos, situados dentro de lo que el sistema político podía tolerar y solo existió la negación de los seguidores de Alba.

Ortega y Gasset decía que la sociedad española daba la sensación de estar dividida en compartimentos estancos, y cada uno de los cuales sólo se sentía satisfecho por la imposición de su señera voluntad

Sin embargo, dentro de este gobierno destacaban tres figuras la primera era el presidente del gobierno, Antonio Maura, pero había dos ministros importantes por un lado el catalán Cambó que fue nombrado ministro de Hacienda y De la Cierva como ministro de la Guerra.

Santiago Alba
Santiago Alba

Cambó representaba a la nueva política y tenía una gran capacidad intelectual y técnica, pero al mismo tiempo representaba unos intereses proteccionista fundamentalmente de la burguesía catalana con el arancel del año 1922 y que fue una medida muy poco discutida en el seño de la economía española.

El otro ministro era De la Cierva que fue nombrado para el ministerio de la Guerra debido a su imagen autoritaria y se pensaba que era un punto de unión con el estamento militar en un momento en que los militares estaban siendo cuestionados tras los desastres de Marruecos.

Este gobierno que fue constituido desde agosto del año 1921 duró hasta marzo de 1922 y sirvió para resolver las urgencias más inmediatas debidas al fracaso de Marruecos. Además en seguida se vio las profundas diferencias existentes dentro del gobierno sobre el tema de Marruecos.

Este gobierno apoyo la política desarrollada por el general Berenguer en Marrueco, lo que permitió la estabilización de la situación militar en la zona marroquí. Pero dentro del gobierno las discrepancias ante este tema eran muy variadas. El ministro de la Guerra, De la Cierva era partidario de intentar la penetración en Marruecos y con ello se alargarían las operaciones militares en esa zona.

La postura de Cambó era complaciente pues consideraba que este problema era un tema ficticio de la política española y que sólo servía para retrasar los problemas realmente acuciantes de la sociedad española.

Antonio Maura era partidario de limitar la presencia española a la zona litoral y como mucho tomar Alhucemas. Sin embargo a principios del año 1922 vuelven a resurgir el problema de las Juntas de Defensa que habían contado con el apoyo de De la Cierva, se enfrentaron con De la Cierva que acabaron jugando un papel importante en el Ministerio de la Guerra.

Este gobierno acabó cayendo por una cuestión que no era excesivamente importante como fue la divergencia de cucando y como restablecer las garantías constitucionales en Barcelona.

Se nombra un nuevo gobierno que estará presidido por José Sánchez Guerra que era de la misma línea que Eduardo Dato. Sánchez Guerra había sido uno de los políticos que más se había opuesto a las políticas desarrolladas por Antonio Maura.

José Sánchez Guerra
José Sánchez Guerra

Sánchez Guerra era un político impetuoso y daba la sensación que gobernada a través de impulsos, pero tenía un claro matiz liberal. Fue el que destituyó al general Martínez Anido como gobernador de Barcelona y no tuvo problemas en plantear ante las Cortes el tema del desastre de Annual.

Sin embargo, el desastre de Annual hacía que algunos conservadores se vieran envuelto en el tema de las responsabilidades. Así era visto por muchos políticos y de ellos debemos destacar al socialista Indalecio Prieto, que con sus intervenciones en las Cortes había conseguido una gran popularidad.

A finales del año 1922, se produce un nuevo gobierno de concentración como venía sucediendo a lo larga de la Restauración y esto es debido mucho más a la división en la oposición política que a sus propios meritos.

Desde el final de la Primera Guerra Mundial se asiste a la continua división tanto de los conservadores como de los liberales. Además, los liberales no tenían un político con suficiente carisma que los unificara.

Desde el año 1919 con los gobiernos derechistas hubo diversos intentos de los liberales para unificarse siendo Alba el máximo animador intentando al mismo tiempo en una renovación política de los liberales.

José Manuel Pedregal
José Manuel Pedregal

El conde de Romanones pensaba que estando en una fuerte crisis el país era mejor evitar un gobierno liberal que pudiera crear una reacción adversa. La realidad es que no había un programa liberal sino una suma de intereses con fuertes componentes caciquiles.

Si analizamos el desarrollo de los gobiernos de concentración liberal, nos muestra la desunión no tuvo ninguna intención de reformar nada, ni pareció en ningún momento capaz de alejar los peligros que amenazaban al régimen parlamentario.

Desde abril del año 1923 las divergencias internas no sólo eran por los puestos del encasillado sino eran más amplias, las crisis parciales habían sido numerosas y el espectáculo era de incoherencia total. Solamente cuatro ministros no habían cambiado de cartera ministerial.

El ministro reformista Pedregal abandonó el poder por no poder modificar el artículo 11 de la Constitución relativo a la confesionalidad del Estado. Lo que temían los liberales no era tanto la oposición de Alfonso XIII sino la reacción de la iglesia que podría aumentar el movimiento de descontento social.

Otros motivos de desunión fueron provocados por la propia evolución de los acontecimientos diarios. El tema de Marruecos ocupó al ministro de la Guerra, Alcalá Zamora que planteaba una mayor presencia militar de acuerdo con lo que proponían los altos mandos militares.

El mayor defecto de los gobiernos de concentración fue vivir fuera de la realidad social y de la opinión pública y sin ser conscientes de que se estaba preparando un golpe militar.

Azorín hace una durísima crítica a los liberales después del golpe militar de Primo de Rivera, pues el espectáculo ofrecido por los liberales incluía actuaciones peregrinas como ministros laicos que asistían a la consagración de obispos.

Niceto Alcalá Zamora
Niceto Alcalá Zamora

Tampoco Santiago Alba fue consciente de la inminencia del golpe militar. La prensa diaria hablaba del golpe militar y los intelectuales liberales mostraron una evidente benevolencia respecto al nuevo régimen dictatorial. La crisis del sistema de la Restauración era algo que también se daba en Europa.

El fascismo fue un partido político postdemocrático, mientras que las prácticas reales democráticas no habían tenido lugar. En España no se estaba dando una crisis del sistema democrático, sino un régimen era de un liberalismo oligárquico, que se veía totalmente deteriorado ante una opinión pública urbana e intelectual que se mostraba incapaz de transforma el sistema político.

José Ortega y Gasset
José Ortega y Gasset

Lo que había en España en el año 1923 no era una democracia en crisis sino una creciente sensación de vacío. Pérez de Ayala decía “En 1923 existía entre el Estado oficial y la nación una anchurosa solución de continuidad que la audacia de Primo de Rivera aprovecha para infiltrarse y atrincherarse en ellas sólidamente”.

Ortega y Gasset decía “que durante los últimos quince años España ha mejorado algo, mientras que la política era cada vez peor”. La política había cambiado algo pero no en lo sustancial, mientras que la impaciencia por la permanencia de la situación había hecho aumentar el número de gentes que protestaban.

El encasillado era más difícil en su elaboración y nadie planteo que fuera eliminado de la vida política. La proliferación de grupúsculos personalistas en los dos partidos hacía casi imposible aplicar el encasillado. Porque todos querían tener representación.

El encasillado parecía elaborarse a la luz pública lo que deterioraba aún más la mala imagen del sistema político. Las críticas eran el mejor testimonio de un importante cambio de la sensibilidad moral de la opinión pública.

Los distritos electorales se habían convertido en menos manejables desde el Ministerio de la Gobernación, por la existencia de caciques estables que impedían cualquier cambio.

El político seguía siendo el notable, pero cada vez más existían profesionales de la vida pública que no tenían una orientación ideológica y trabajan como gestores de los intereses colectivos.

Ortega y Gasset escribía “que prefería mil veces que el censo se venda a que se regale porque lo primero denota al menos un cierto aprecio del voto, pero demostraba lo limitado del cambio producido a estas alturas”.

La política de la Restauración consistió sobre todo en la declaración de unas intenciones que luego no se desarrollaban. Ejemplos son con los cambios de la istración local o con la política hidráulica ambos casos muy caros para el regeneracionismo. En la política hidráulica sólo se desarrolló el 10% de lo propuesto.

Alfonso XIII siempre tuvo una idea de intervenir en la política partidista y siempre desde el pensamiento más conservador. La Constitución se lo permitía pero era evidente que no resultaba prudente.

Ortega y Gasset decía “que el Rey se le había ido un poco la mano en el menester de moderar y, si no quiere ver en ello una fácil impertinencia, yo diría que ha moderado inmoderadamente”.

Desastre de Annual
Desastre de Annual

Si el Rey era imprudente, los verdaderos problemas de la política española residían tanto en el lento proceso de modernización como en la actitud de Alfonso XIII. Este estaba insatisfecho de la política desarrollada pero era algo que compartía la opinión pública y los propios políticos.

Alfonso XIII había sido por la izquierda de haber contribuido con su comportamiento en el desastre de Annual, pero la acusación se había limitado a los sectores políticos antimonárquicos. Sin embargo, tras el informe Picasso, se vio amenazado por lo cual no tuvo ningún problema en apoyar la llegada de la Dictadura, con lo cual desapareció el informe Picasso.

El ejército había intervenido en la política contra los movimientos nacionalistas y regionalistas y para defender el orden social cuya protección se atribuía a sí mismo. Esto le hacía tener una opinión muy negativa de la clase política dirigente, y a ello unimos hizo que este malestar aumentara exponencialmente pro la derrota de Marruecos. El ejército carecía de recursos y veía que la política desarrollada en Marruecos era muy negativa.

Marruecos se había convertido, como decía Ortega y Gasset en un puño cerrada capaz de golpear a las instituciones. El desastre produjo los enfrentamientos internos dentro del ejército. Los militares africanistas se quejaron de que las recompensas se hubieran convertido en tan sólo méritos al honor y de que el general Berenguer fuera procesado.

Joaquín Salvatella
Joaquín Salvatella

El ejército debía tener una intervención decisiva en la política nacional y para ello debía aparecer la figura que los uniera, así como un dirigente lo suficientemente ambiguo para que pudiera ser aceptado por todos. Aparece Primo de Rivera y no hubo ninguna fuerza política que fuera capaz de contraponérsele.

LA DÉBIL OPOSICIÓN

Ortega y Gasset decía con razón que el republicanismo como los partidos de turno se había evaporado. La verdadera dimensión de la crisis republicana se aprecia en su poco avance que había tenido fruto de sus divisiones y de pensamiento propio.

La elecciones celebradas en el año 1918, que pueden considerarse las más democráticas, nos dicen la poca relevancia del republicanismo pues el partido republicano de Melquiades Álvarez sólo había obtenido diez diputados y en las elecciones del año 1919, sólo siete.

Antiguos republicanos convertidos en reformistas siguieron su camino de apoyo a la monarquía ingresando en el partido liberal, tal es el caso de Salvatella que fue ministro en el año 1922 del gobierno de Concentración.

Alejandro Lerroux y sus radicales mostraban su poca capacidad de respuesta y lo máximo que hacían era sustituirlos en el poder. Lerroux se entrevistó con Alfonso XIII y llegó a decirle que Marruecos no era otra cosa más que una provincia española.

Lerroux presidio en el año 1918 la constitución de la Federación Republicana. Sin embargo, no todos los republicanos aceptaron su liderazgo como fue el caso de Álvaro de Albornoz que jugaría posteriormente un papel político importante en la década de los años treinta.

La zona más importante del republicanismo en esta época se deba en la implantación de la zona mediterránea. El radicalismo mantenía en el año 1917 un gran prestigio revolucionario que hizo que una veintena de sus seguidores fueran detenidos por motivos de los sucesos de agosto.

En la postguerra la implantación del republicanismo disminuyó como consecuencia de las luchas internas y por su escasa presencia en la vida política española, sobre todo en la cuestión del encasillado. Llegó a desaparecer la prensa republicana.

Si el voto republicano disminuyó, era debido al PSOE que iba poco a poco conquistando al electorado de izquierda proletario. Pero su debilidad se debió a la poca lucha que ejerció en la política española.

Se puede afirmar que en el año 1923 el socialismo se había estancado. La UGT, que había llegado a los 240.000 afiliados en este año sólo tenía 210.000. Aparece el movimiento comunista pero tuvo una incidencia menor y si lo que consiguió es detener el crecimiento de los socialistas.

A partir del año 1919, el distrito de Bilbao fue siempre dominado por los socialistas. Los nacionalistas vascos acusaban a Indalecio Prieto de ser otro Lerroux. La influencia del socialismo bilbaíno evitó que la lucha social acabe apoyando el terrorismo.

En todos los sectores de la derecha había indicios de modernización, pero esta parecía totalmente insuficiente y a veces contribuían más desestabilizar el parlamentarismo vigente que a crear un sistema alternativo nuevo.

Desde el año 1919 el carlismo se encontraba dividido en diversas tendencias que no sólo partían de enfrentamientos personales, sino también de la divergencia programática, sobre todo en materia como la organización territorial del Estado y la doctrina social, cuestión con interpretaciones muy radicales.

El carlismo como decía uno de sus dirigentes, dejaría de ser una doctrina de los conjurados y pasaría a ser una doctrina de apóstoles, de propagandistas, con métodos modernos de unas determinadas doctrinas.

Otro cambio importante en las derechas fue la aparición de las doctrinas autoritarias y nacionalistas. A partir del año 1918, estas tesis tuvieron una gran influencia en el País Vasco, donde la Liga de Acción Monárquica practicó una política muy contraria al PNV y mostró su satisfacción ante el aumento del autoritarismo en Europa.

Maura era incapaz de crear un partido moderno de masas con una ideología y una organización democrática. Siguió siendo un liberal con cada vez más tendencias autoritarias.

Dentro del maurismo había una tendencia representada por Ángel Ossorio y Gallardo que era reformista en lo social y demócrata en lo político. Estos juntos a los representantes del sindicalismo católico, carlistas y de la prensa de ese pensamiento fundaron en el año 1922 el Partido Social Popular, siendo un antecedente de la posterior Democracia Cristiana.

El último sector político que puede identificarse con el regeneracionismo es el regionalismo en sus diferentes vertientes. Surgieron gérmenes regionalistas en zonas hasta el momento habían carecido de ellas.

En Castilla el regeneracionismo es encabezado por Julio Senador que reaccionó de una forma reactiva con las peticiones catalanas y la demanda de igualdad y la identificación de Castilla como la forjadora de la unidad nacional.

El regionalismo extremeño tomó como modelo el catalanismo defendiendo los intereses agrarios y mostrando cierta sensibilidad hacia las cuestiones sociales producto del reparto de tierras.

Esto mismo sucede en Andalucía siendo su figura Blas Infante. El andalucismo se vertebró políticamente a través de unos centros pero nunca llegó a arraigar como una verdadera autonomía electoral y destacó su influencia en Córdoba y Jaén.

Un aspecto importante en el aragonesismo fue el papel desempeñado por los emigrados en Cataluña y siempre tuvieron una vertiente católica y otra liberal y es algo común en todos los regionalismos. Sin embargo, el aragonesismo desapareció rápidamente del mundo político a partir del año 1919.

En Cataluña en los años de la postguerra había conseguido ser hegemónico. La Lliga creó una Federación Monárquica Autonomista para disponer de un grupo con el que colaborar que fuera monárquico y conservador. Su declive comenzó cuando apareció un catalanismo más radical que hasta entonces no había existido.

Vicente Risco
Vicente Risco

Otras fuerzas políticas también se movían en el ámbito catalán con criterios catalanistas y sociales como fue la Unió de Rabassaires que agrupa a los arrendatarios de tendencia de izquierdas y la Unió Socialista de Catalunya.

En el nacionalismo vasco la problemática social tuvo menos importancia, pero si hubo polarización en el radicalismo de las ideas. Los nacionalistas se implantaron en Álava y entre los años 1918 y 1919 ganaron los distritos rurales de Vizcaya.

Las candidaturas regionalistas en Galicia en el año 1918 fueron efímeras, pero el galleguismo era ya una fuerza ascendente que había encontrado en Vicente Risco a su teórico.

El regionalismo valenciano no había conseguido hacer una fuerza política estable, pero si había conseguido introducir en las otras fuerzas políticas el pensamiento valenciano.

Ortega y Gasset decía que la sociedad española daba la sensación de estar dividida en compartimentos estancos, y cada uno de los cuales sólo se sentía satisfecho por la imposición de su señera voluntad, en suma, la acción directa. Así es imposible que funcione un sistema liberal.

Ortega y Gasset decía “No es necesario ni importante que las partes de un todo coincidan en sus deseos o ideas; lo necesario e importante es que conozca cada una y, en cierto modo, viva las de las otras”.

Las alternativas políticas y la crisis del sistema en 1920