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lunes. 26.05.2025
TRIBUNA DE OPINIÓN

Bulos, desinformación y odio

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Jorge Luis Borges, en el prólogo de Crónicas Marcianas, escribe: “[Bradbury] anuncia con tristeza y con desengaño la futura expansión del linaje humano sobre el planeta rojo…” Hoy la privatización del futuro concibe la colonización de Marte según accionistas destacados. Un futuro para el 1% de los más ricos que poseen más riqueza que el 95% de la población mundial en su conjunto. Para el resto solo distopía  cruel e insolidaria cuya idea de progreso consiste en que el que no se pueda pagar los tratamientos y los fármacos que necesita para vivir, se muera y el que no pueda pagarse un techo viva tirado en la calle. Un futuro para las mayorías sociales Animus iniuriandi, corrigendi, humiliandi.

Un futuro para el 1% de los más ricos que poseen más riqueza que el 95% de la población mundial en su conjunto

La navaja de Ockham, es un principio filosófico y metodológico atribuido al fraile franciscano, filósofo y lógico escolástico Guillermo de Ockham  -aunque investigaciones más profundas sugieren que éste se puede rastrear más atrás, al menos hasta Aristóteles-, según el cual “en igualdad de condiciones, la explicación más simple suele ser la más probable.” En el método científico, la navaja de Ockham no se considera un principio irrefutable y ciertamente no es un resultado científico. “La explicación más simple y suficiente es la más probable, mas no necesariamente la verdadera.” Como decía Ortega y Gasset, simplificar las cosas supone la mayoría de las veces no haberse enterado bien de ellas. Vivir es, de cierto, tratar con el mundo, dirigirse a él, actuar con él, ocuparse de él. Sin embargo, no podemos estar confinados en una zona de temas intermedios, secundarios. Necesitamos una perspectiva íntegra, con primero y último plano, no un paisaje mutilado. Hermann Broch  en su novela “Los sonámbulos”, influida por las obras de Marcel Proust, James Joyce y Franz Kafka, presenta a las clases medias de Alemania entre 1888 y 1918, como una gente sin objetivos ni ideales, que se mueve sonámbula entre los cambios sociales. Es decir, un paisaje mutilado que acabaron por completar e imponer los nazis. Y es que el pensamiento crítico y los valores no tienen alternativas decentes. Es por ello, que como afirma el historiador Yuval Noah Harari: “El problema es nuestra información. La mayoría de los humanos son buenas personas. No son autodestructivos. Pero si le das mala información a buenas personas, tomarán malas decisiones”. Como la decisión del odio. El odio es absolutamente irracional y ciego y busca la sumisión del otro o la aniquilación. Llega a ser tan irracional que incluso hay sectores de la sociedad que odian a formaciones políticas y movimientos sociales que promueven medidas socioeconómicas y ecológicas que les favorecen, que les facilita mejores condiciones para llegar a fin de mes y poder ofrecerle un futuro digno a sus descendientes. El odio es tan irracional que hace que apoyen a esas formaciones políticas y sociales que les niega el pan y el trabajo digno y los condena a la pobreza y a la precariedad y les niega un horizonte de bienestar a sus hijos.

Cuando las formaciones conservadoras vertebran políticas del odio, cuando jueces afines a la derecha carpetovetónica aplican la justicia desde la ideología del odio, cuando el bulo y la desinformación circulan como realidades inconcusas, ¿qué espacio queda para la democracia">la derecha y ultraderecha en España, difícil de diferenciar en ocasiones por su origen común franquista, propician que el debate político se diluya hasta convertirse en un territorio de violencia verbal donde todo se sustancia en una dualidad segregativa entre patriotas y traidores, buenos y malos españoles, en una voluntad autoritaria de exclusión de los que no comparten la ideología ultraconservadora en un formato antidemocrático donde la política solo puede contemplarse desde una relación de vencedores y vencidos.

Cuando las formaciones conservadoras vertebran políticas del odio, cuando jueces afines a la derecha carpetovetónica aplican la justicia desde la ideología del odio, ¿qué espacio queda para la democracia?

La metafísica posmoderna con el final de las grandes narraciones, es decir, las ideologías emancipadoras y la desaparición de la historia –no es posible cambiar la historia si como tal no existe- ha supuesto un capitalismo cada vez más incompatible con la democracia, suplantada por patriotismos neofascistas excluyentes y beligerantes con la otredad. Ciudadanos a los que la dinámica del capitalismo posmoderno les arroja a la marginalidad, sin tener conciencia del origen de sus quebrantos sociales y económicos por ser propicios  al consumo de bulos, teorías conspirativas, resentimientos y mentiras. Como dice el personaje Tony Montana en el film “El precio del poder: "Siempre digo la verdad, incluso cuando miento". Lo que autoritaria de la posverdad.

Bulos, desinformación y odio