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Me estoy refiriendo a las críticas a Pedro Sánchez. Vamos a aclarar un poco las cosas. Hay muchos malpensados y despistados. Por supuesto que en un sistema democrático se puede ejercer una crítica al gobierno, es más, se debe. Obviamente que el gobierno de Pedro Sánchez ha cometido errores. Por ejemplo, la postura adoptada en relación a los saharauis. Insisto se debe ejercer la crítica al gobierno de turno. Pero, lo que no parece lógico es criticar por criticar. Para determinados medios y partidos políticos, como también para muchos ciudadanos, se le critica todo y además utilizando todo tipo de insultos e improperios. Sea lo que sea. Haga lo que haga. Si llueve, porque llueve. Si hace sol, porque hace sol. Si hay tormenta, porque hay tormenta. Si está nublado, porque está nublado. Da igual, lo importante es criticar. Insisto con todo tipo de insultos y cada vez más truculentos. El insulto es, sin duda alguna, un síntoma de cobardía. Es la carencia de argumentos. Cohesiona a las tropas enardecidas dirigiendo su agresividad hacia la ofensa o la humillación del rival, reducido a un enemigo a destruir. La agitación emocional del insulto convierte a la masa en turba, que no quiere justicia, aunque la exija vociferante. Quiere venganza, que es otra cosa muy distinta. Mas, la política iracunda contagia. Ese contagio ya es visible en nuestra sociedad, polarizada con tal agresividad que disuade a los sensatos, inhibe a los tolerantes, intimida a los moderados y ensucia el campo de juego democrático. Mas el odio solo se combate rechazando el contagio. Hacerle frente con más odio, es lo que quieren quienes odian. No les hagamos el juego. Que odien ellos. Obviamente quien disfruta con el odio al otro no solo está enfermo, sino que tarde o temprano le pasará factura a nivel físico y psíquico. Y, por supuesto, es una utopía que pueda alcanzar una simple migaja de felicidad".
Da igual, lo importante es criticar. Insisto con todo tipo de insultos y cada vez más truculentos. El insulto es, sin duda alguna, un síntoma de cobardía. Es la carencia de argumentos
Tras la violencia verbal del insulto indiscriminado hay una violencia oculta, contenida e insaciable. Insultar es disparar. La ira, como todas las emociones, sirve para movilizar, pero no para razonar. La ira está reñida con la política democrática porque no concibe la alternancia, solo la destrucción del rival. La apuesta por el insulto y la ira es, además de éticamente reprobable, un camino sin retorno. Empiezas por negar la verdad y acabas negando a tu adversario, no tan solo sus razones, sino hasta sus derechos. La ira te arrastra al lodo, a la ciénaga y `propicia la revancha, no la alternativa política. Deslizarte por las pasiones viscerales es alimentar un monstruo que acabará devorándote. “Aferrarse a la ira es como agarrar un carbón ardiente con la intención de lanzárselo a otra persona; eres tú quien se quema", esta cita se atribuye a Buda. “No dejes que tu ira te lleve al odio, pues te harás más daño a ti mismo que al otro". Esta es de Samuel Johnson.
Podemos constatar esa crítica brutal y despiadada hacia Pedro Sánchez en acontecimientos actuales. Si Pedro Sánchez argumenta que Palestina debe tener su propio Estado se monta la de Dios por parte de la oposición. Si viaja a China para abrir nuevos mercados ante la irresponsable política de aranceles de Trump, el que dijo “que hay países que le besan el culo, se le acusa de todo, de irresponsable y hasta de traidor. El portavoz del Grupo Popular en el Congreso, Miguel Tellado, ha acusado al presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez, de irse a China para "poner kilómetros de por medio" ante la "corrupción que le rodea" a su mujer, "no hay kilómetros suficientes para huir de la basura que sacude y rodea al Gobierno de Pedro Sánchez". Si decide no ir al funeral del papa Francisco se señala que es por proteger a su mujer y no sé cuántas cosas más de índole ciertamente pueril y frágil consistencia. Estoy convencido que, si hubiera decidido ir al funeral del Papa, lo criticarían por ello, los que le critican por no ir. Vamos a ver. ¿No van ya al funeral los Reyes, dos vicepresidentas y el ministro de Justicia? ¿No es suficiente representación institucional? Por cierto, el gobierno de Sánchez ha invitado el jefe del partido de la oposición. El gran fallo del Gobierno ha sido no haber invitado también a Isabel Díaz Ayuso. Por eso, insisto, haga lo que haga, diga lo que diga será criticado. Pero no con una crítica razonable. Es una crítica brutal. Ha sido una constante desde que Pedro Sánchez ha llegado al Gobierno. Pongamos contundentes ejemplos desde dirigentes del PP. No quiero referirme a los insultos en determinados medios y en bastantes ciudadanos, que podría propiciar densos artículos.
Según Antoni Gutiérrez-Rubí en "Gestionar las emociones políticas", el insulto juega un papel clave en la lucha política. Lo usó en campaña electoral Trump contra Hillary Clinton y le funcionó. Casado, hizo lo mismo contra Sánchez. Ahí van estas perlas cultivadas: «incompetencia culposa», «hacedor de sainetes», «ineptitud», «chiste de Gila», «fracaso estrepitoso», «bajeza moral», «usar a las víctimas», «chapuzas», «ruina», «usar a los españoles como a perros de Pavlov», «falsario», «negligente», «Gran Hermano», «hipertrofiado», «irresponsable», «caos», «nefasto», «zoco de prebendas», «tomar a parados como rehenes», «fraude», «contratación opaca».
Los insultos de Feijóo van en la misma línea, y eso que dijo cuando asumió la jefatura del PP, que no venía insultar sino a ganar a Pedro Sánchez. Ustedes mismos comprobarán la veracidad de sus palabras. Ahí van esta retahíla: "déspota", "caudillista", "ególatra", "adanista", "felón", "débil", "sectario", "irresponsable", "autoritario", "frívolo", "populista", "corrupto" e "inmoral". Isabel Díaz Ayuso con el "hijo de puta" que el equipo de la presidenta madrileña tradujo como un "me gusta la fruta". Y lo convirtió en eslogan electoral con el beneplácito y regocijo de la cúpula dirigente del PP´. También "cobarde, cobarde" desde toda la bancada del PP. "Tahúr" por Elías Bendodo, "Debería irse del país en un maletero" y "matonismo" por Miguel Tellado, "Dictador" y "trilero" por Cuca Gamarra y "golpista" (Susana Mozo). Por si no fuera ya bastante. Más perlas cultivadas. Con motivo del debate de investidura de Alberto Núñez Feijóo, la periodista de La 1 Silvia Intxaurrondo protagonizó un momento de tensión con el vicesecretario general de organización del PP, Miguel Tellado (PP), al pedirle que no utilizara "expresiones gruesas" para poder seguir con la entrevista, cuando el político acusó a Sánchez de "prostituir" la democracia. En concreto, Tellado dijo que Pedro Sánchez "está dispuesto a prostituir, fíjese bien la palabra que utilizo, a prostituir la democracia y nuestra Constitución con tal de satisfacer su ego y su propio ombligo". A lo que la periodista, que ya se hizo popular cuando reprochó al líder popular, Núñez Feijòo por mentir respecto a la subida de las pensiones, le dijo: "Le voy a pedir que no utilicemos expresiones gruesas a la hora de referirnos a las reglas democráticas para poder seguir llevando esta entrevista. ¿Cuál es el límite a esta crítica brutal e indiscriminada con todo tipo de insultos?
Como colofón a lo expuesto me viene a la memoria una canción muy oportuna, que me ha servido para titular este artículo. “Criticar por criticar” de Fangoria ‧ 2006. Creo que es una extraordinaria radiografía del comportamiento del PP hacia Pedro Sánchez. En Génova 13 deberían escucharla y reflexionar sobre su letra, que expongo a continuación.
"La envidia es como un puñal
¿A quién se lo voy a clavar?
Aunque recuerdo que la maldad
Siempre se vuelve
Palabrería y obsesión
Producen muy mala impresión
Te comento que insultar
No es ninguna novedad
Malgasto mi talento destrozando a los demás
Propagando mil mentiras
Disfrazando la verdad
Estoy perdiendo un tiempo que
No voy a recobrar
Parece que mi vida
No da para más
Uh, uh, uh, uh
Ay, ay, ay, ay, ay
Uh, uh, uh, uh
Ay, ay, ay, ay, ay
Yo soy la santa inquisición
Solo llamo la atención
De quien no tiene de qué hablar
De tres aburridas
Me parece que en realidad
Ya no sé cómo acabar
Lo que empecé por alcanzar
Un poco de celebridad
Malgasto mi talento destrozando a los demás
Propagando mil mentiras
Disfrazando la verdad
Estoy perdiendo un tiempo que
No voy a recobrar
Parece que mi vida
No da para más
Criticar por criticar
Ay, ay, ay, ay
Criticar por criticar
Ay, ay, ay
Malgasto mi talento destrozando a los demás
Propagando mil mentiras
Disfrazando la verdad
Estoy perdiendo un tiempo que
No voy a recobrar
Parece que mi vida
No da para más
Uh, uh, uh, uh
Ay, ay, ay, ay, ay
Uh, uh, uh, uh
Ay, ay, ay, ay, ay".
Como es fácil constatar, la canción “Criticar por Criticar” de Fangoria refleja de una manera incisiva y reflexiva el tema de la crítica destructiva y la envidia. Desde el primer verso, "La envidia es como un puñal, a quien se lo voy a clavar”, se establece un tono de autocrítica y reconocimiento de los propios defectos. La letra sugiere que la maldad y la negatividad que uno proyecta hacia los demás eventualmente regresan, creando un ciclo vicioso de toxicidad y resentimiento. Es lo que reflejan las citas antes expuestas de Buda y Samuel Johnson.
La línea 'Yo soy la santa inquisición, solo llamo la atención' critica la tendencia de algunas personas a buscar notoriedad a través de la crítica y el escándalo
A lo largo de la canción, se hace evidente que el acto de criticar sin fundamento es una pérdida de tiempo y talento. Frases como “'Malgasto mi talento, destrozando a los demás” y “'Estoy perdiendo un tiempo que no voy a recobrar”' reflejan una profunda insatisfacción personal y una sensación de vacío. La repetición de estas ideas subraya la futilidad de centrarse en la negatividad y la crítica en lugar de en el crecimiento personal y la creatividad. Más claridad imposible. ¡Cuánto tiempo y energía dedica el PP a criticar a Sánchez, que le imposibilita a presentar una alternativa!
Fangoria también toca el tema de la búsqueda de atención y la superficialidad en la sociedad moderna. La línea 'Yo soy la santa inquisición, solo llamo la atención' critica la tendencia de algunas personas a buscar notoriedad a través de la crítica y el escándalo, en lugar de a través de logros genuinos. La canción es una llamada a la reflexión sobre cómo utilizamos nuestro tiempo y talento, y una advertencia sobre los peligros de caer en la trampa de la crítica vacía y la envidia.