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Donald Trump, o sea el gobierno USA, se dispone a hacer "la mayor operación urbanística" del mundo en la franja de Gaza. Las ventajas son obvias. Se trata de un proceso de "regeneración" de un territorio donde los "antiguos usos urbanísticos" van a ser sustituidos por otros, más modernos, sostenibles y ecológicos, que atraerán importantes inversiones internacionales. Posiblemente le llamen NEW SOUTH ISRAEL, o sea Nuevo Israel Sur.
Lo primero que llama la atención es que lo quiere hacer sobre un suelo que, lejos de ser suyo, tiene legítimos propietarios. Pero, eso, se soluciona echándoles de allí mediante el procedimiento de la "expropiación forzosa". La "istración actuante" ha sido el ejército israelí que, como primera etapa, hizo una "ocupación cautelar" del terreno, justificada por la búsqueda de los rehenes capturados por Hamas en aquel ataque criminal de octubre de 2023.
Estamos ante dos procesos iguales: dos estados privan de sus terrenos a sus legítimos propietarios para vendérselos a otros
Después, se encargará a uno, o varios, de los más importantes estudios de arquitectura del mundo para redactar una "modificación de plan general" que ordene el territorio según las últimas tendencias en este tipo de actuaciones. Dubái y Qatar, a buen seguro, nos podrán servir para hacernos una idea de cómo puede quedar la cosa. Gente de poco alcance ha hablado de Marina D´Or Ciudad de Vacaciones como modelo, pero, eso, es a lo proyectado como una vivienda de protección oficial a la Trump Tower.
El difícil problema de la "reparcelación" tampoco será un impedimento para el desarrollo de la "operación". Teniendo en cuenta que lo importante no es el "suelo" sino su "aprovechamiento urbanístico", la dificultad de definir las "fincas de origen" en un "proyecto de reparcelación" se soslayará definiendo directamente las "áreas de ocupación" donde se ubicarán los "aprovechamientos" correspondientes a cada "inversor" que participe en el desarrollo.
Mientras que los primeros se van a ir de Gaza a sitios donde no les bombardeen, los segundos se van a forrar a lo bestia a costa de aquellos
Ahora, les propongo el ejercicio de comparar esa operación urbanística con otra genuinamente española y, más concretamente, madrileña, la Operación Chamartín donde todos los conceptos anteriormente reseñados, ya se están aplicando. Salven la diferencia que hay entre un fascista, Franco, autoproclamado por las armas y otro, Netanyahu, elegido democráticamente. Ya tenemos la "istración actuante". En el primer caso, entre los años 1944 y 1954, y mediante RENFE, se expropiaron suelos para construir instalaciones ferroviarias. En el segundo, entre los años 2023 y 2025, por medio del ejército israelí, se conquistó Gaza para recuperar rehenes. También tenemos ya la causa de “utilidad social” para la ocupación. Entiendan también que no es lo mismo hacer firmar unas "actas de ocupación" a unos propietarios de Chamartín y Fuencarral después de pagarles una exigua “compensación” que matar a más de 44.000 gazatíes. Ya tenemos también el modo en que, esa "istración actuante" se hace con el suelo.
Ya solo falta el qué hacer con esos suelos. Pero, aquí, estamos en la parte más fácil de la ecuación: vendérselos a alguien capaz de soltar una pasta muy importante por ellos. En la Operación Chamartín, al BBVA y sus empresas asociadas. En el segundo, a Trump y sus socios y allegados. Tanto unos como otros se encargarán de hacer de los terrenos conquistados el paraíso sobre la tierra con abundantes árboles del bien y del mal, lo que constituye la parte “sostenible y ecológica” del cuento, y torres, hoteles, casinos, spas, resorts, villas y demás, lo que viene siendo la madre del cordero del asunto. Y, a todo ello, llamarle Nuevo Madrid Norte, en un caso, y Nuevo Israel Sur en el otro
Claro que, todo esto, puede llevar décadas, como ya sabemos en el caso de la genuina Operación Chamartín. Pero, mientras tanto, puede funcionar el aparato de prensa y propaganda anunciando la buena nueva como si, hablando de Palestina, se tratara de la llegada del mesías a la tierra. Esto hará, en el caso de Gaza, que el anunciado éxodo de millones de palestinos pronto pueda pasar al capítulo de asuntos olvidados. Al fin y al cabo, al final de 2024, había 122 millones de desplazados en el mundo. Aumentar esa cifra en menos de un 2% no debe hacer que el resto de la humanidad se sonroje más de la cuenta
Pero, no nos olvidemos de las diferencias, que las hay. Aparte de la ya señalada de cambiar la forma istrativa utilizada en la Operación Chamartín por la masacre palestina, hay alguna otra. En primer lugar, el motivo de la “expropiación forzosa”. Franco, que había ocupado por las armas todo un país pocos años antes, con toda seguridad solo tenía el motivo esgrimido de construir unas instalaciones ferroviarias para quedarse con los terrenos de sus legítimos propietarios. Fueron gobiernos posteriores, democráticos, por cierto, los que tuvieron la brillante, y lucrativa, idea (ya que el suelo es nuestro) de venderlo al mejor postor para hacer caja, olvidándose de que se había expropiado para otra cosa.
En el caso de Netanyahu, es difícil pensar que el ataque otoñal de Hamas en 2023 no haya significado más que la gota que ha colmado el vaso de los deseos israelíes de recuperar la tierra prometida. Ello, ha permitido sustituir a los tradicionales colonos por el no menos tradicional ejército israelí y hacer, de una vez, lo que estaban haciendo poco a poco.
Otra, e importante diferencia, es la sustitución del “imperio de la ley” en el caso de la Operación Chamartín, por la “ley del imperio” en el de la Operación Gaza. Mientras en el primero, la utilización de abogados del estado y jueces favorables han explicado la “legalidad” del asunto, en el segundo han bastado algunos puñetazos sobre la mesa (por cierto, una de las mesas es el famoso escritorio Resolute del no menos famoso Despacho Oval) para explicarlo. Claro que habrá quien diga que en el primer caso ha habido dosis de cinismo que, en el segundo, no han hecho falta. Todavía hay quien está esperando que le den un, hasta ahora inexistente, informe de la Abogacía del Estado en España que sirvió para justificar la Operación Chamartín.
El uso del cinismo por los responsables políticos también es un elemento diferencial. No es posible encontrar en España alguien con el nivel político y el desparpajo de Donald Trump anunciando las innegables ventajas que, tanto para los propietarios legítimos del suelo como para los futuros ocupantes tiene el proyecto. Mientras que los primeros se van a ir de Gaza a sitios donde no les bombardeen, los segundos se van a forrar a lo bestia a costa de aquellos. Aquí, a falta de declaraciones del gobierno responsable de la venta del suelo al BBVA, son solo políticos locales los que hablan del asunto. Pero, lo hacen olvidándose de que los terrenos tenían unos legítimos propietarios a los que se les expropiaron por motivos sociales y no para enriquecer a una entidad bancaria. Que se conformen, quizás piensen esos responsables políticos, con que no han sido masacrados. Mientras tanto, miran para otro lado, el mismo al que miran quienes no les preguntan sobre el tema.
Al final, con las similitudes y diferencias esbozadas anteriormente, estamos ante dos procesos iguales: dos estados privan de sus terrenos a sus legítimos propietarios para vendérselos a otros. Resulta difícil de entender, pero, para estos casos, puede servir una explicación que, si no es original de Guillermo de Ockham, podría serlo: cuando no entiendas algo, es que alguien se lleva un 10%.